AL AIRE..

martes, 29 de mayo de 2018

El soundtrack futbolero


Por Divandino

Estamos a pocas semanas de que inicie una de las fiestas deportivas más famosas del mundo, incluso más que los mismos Juegos Olímpicos; es la relacionada al futbol o balompié, también bautizado -cual frase bíblica- como “El Juego del Hombre”.

Rusia 2018 se asoma a la vuelta de la esquina y todo se encuentra listo para que el próximo 14 de junio inicie la justa futbolística, con el partido entre la selección anfitriona y el cuadro de Arabia Saudita; más significativo para los mexicanos será el domingo 17, que es cuando juega la Selección Nacional en contra de su similar de Alemania.

Desde los primeros mundiales de futbol –y como en cualquier otro deporte- siempre han sido un motivo de convivencia global y de entretenimiento, pero sobre todo de negocio. La mercadotecnia es y ha sido, principalmente durante los últimos 30 años, un factor indispensable para el desarrollo de dicho torneo.

Otro de esos factores, implícito a todo el negocio que rodea al futbol (y al deporte en general, claro) es la música. Tal cual un himno o una oda le brindan identidad a un país o a un acontecimiento, así en el futbol desde los años sesenta se ha tenido una canción representativa, un tema musical que ensalza los valores de habitantes y las
riquezas de una nación en torno al futbol.

La primera copa mundial de futbol se llevó a cabo en 1930, teniendo como sede Uruguay, pero es en el Mundial de Chile en 1962 cuando inicia la tradición de que cada competencia –que como se sabe se realiza cada cuatro años- tenga su canción oficial. Es así que “El Rock del Mundial”, interpretado por una banda llamada Los Rambles, es el primer tema que le dio identidad a un certamen futbolístico.

Es la FIFA la encargada de seleccionar el tema oficial de cada competencia, cuya manufactura recae en los artistas o grupos de moda, aunque existieron verdaderas joyas compuestas por grandes maestros que van del músico cinematográfico Ennio Morricone al tenor Plácido Domingo, pasando por figuras de la electrónica y el world music como Vangelis y Jean Michel Jarré, aunque el corte de este último fue alterno como los hay hasta la actualidad.

Haciendo un pequeño recuento de los temas mundialistas, tenemos que en Inglaterra 1966 se utilizó una balada folk interpretada por Lonnie Donegan llamada “Where In This World We Are Going, el mundial de México en 1970 estuvo musicalizado por la legendaria agrupación de Los Hermanos Zavala con la canción “Fútbol México 70”; mientras que en Alemania 74 se escuchó una alegre marcha interpretada por varios jugadores de moda y en el mundial de Argentina 78 el italiano Ennio Morricone fue el encargado de realizar el tema “El Mundial” con sus tradicionales coros.

En la copa mundial de España en 1982, fue el tenor Plácido Domingo el encargado de interpretar el tema oficial. Para el segundo torneo realizado en México, en 1986, el tema central fue “Un Mundo Unido por un Balón” de Juan Carlos Abara, aunque también fue muy socorrida la marcha que cantaron los propios seleccionados en ese momento titulada “El Equipo Tricolor, incluso ”; mientras que en Italia 90 –donde, por cierto, no fue la selección mexicana por aquel vergonzoso escándalo de los “cachirules”- el tema “Un Verano Italiano” fue una balada pop-rock interpretada por los cantantes Gianna Nanini y Edoardo Bennato.

“Gloryland” fue la canción emblemática de la copa mundial de futbol realizada en Estados Unidos en 1994, y fue Daryl Hall el responsable de la misma. Cuatro años más tarde, en la copa de Francia 98, fue el puertorriqueño Ricky Martin el responsable de interpretar el tema “La Copa de la Vida”, misma que le dio proyección internacional a su carrera y al furor latino en general.

Para el mundial celebrado en conjunto por Corea del Sur y Japón en 2002, el tema central es una gran composición instrumental del griego Vangelis. En el segundo mundial de Alemania, en 2006, fue la agrupación Il Divo y la cantante norteamericana Toni Braxton los encargados de interpretar el tema oficial “The Time Of Our Lives”.

En 2002 el sabor latino se hizo presente con el “Waka Waka”, tema oficial de la copa mundial de Sudáfrica en 2010, que interpretaron la colombiana Shakira y la banda local Freshlyground, el cual se convirtió en todo un suceso al ser uno de los hits más escuchados en la radio y los clubes de moda de todo el mundo. En ese tenor, para el mundial de Brasil 2014 el rapero Pitbull, la despampanante Jennifer López y la brasileña Claudia Leitte fueron los encargados de ponerle sabor a la fiesta butbolera con el tema “We Are One (Ola Ola)”; aunque fue otro tema alterno de Shakira que también sonó mucho entre los fanáticos.

Y fue, precisamente, este 25 de mayo que se presentó la canción oficial del Mundial de Futbol Rusia 2018; el encargado de cantarla es ni más ni menos que el actor y rapero Will Smith. Sin embargo, siguiendo las tendencias musicales del momento –sobre todo las que más venden y se han apoderado de la industria- el mítico “Príncipe del Rap” estará acompañado del reggaetonero Nicky Jam y de la cantante pop originaria de Kosovo, Era Istrefi. El track es producido por Thomas Wesley Pentz, mejor conocido como Diplo, un músico que fusiona estilos como el trap, dancehall, EDM y hip hop.

Hoy en día no solo se edita el tema central del Mundial de Futbol, sino todo un álbum completo con artistas y géneros diversos, algunos de estos temas se volvieron épicos y otros pasaron sin pena ni gloria. Es el soundtrack de la fiebre futbolera que cada cuatro años se vive con singular fulgor.

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EL PALOMAZO
Este es el primer tema oficial de una copa mundial de futbol, esta corresponde a la de Chile 1962, con todo el sonido del rock sesentero:

Estos son los temas oficiales de los mundiales de México, el de 1970 y 1986.


Esta fue la composición de Ennio Morricone hizo para la copa mundial de Argentina 78

El tema oficial de Italia 90 gustó mucho en su momento

Este es el tema del Mundial Corea-Japón de 2002, uno de los mejores

Estos serían lo más populares, aunque musicalmente no tan brillantes
Francia 98

Sudáfrica 2010

viernes, 18 de mayo de 2018

Una reina, una diva


Por Divandino

A lo largo de la historia, en el mundo de la música siempre existirán íconos que han marcado con su talento y estilo propios época enteras; fenómenos que han sido un parteaguas en la evolución sonora, tanto de géneros como de la industria musical en sí misma.

La llamada “música disco” que todavía hace años acuñaba mucha gente para llamar a la música bailable, en especial al subgénero house –propia de la música electrónica-. Pues la música disco, como tal, tuvo al italiano Giorgio Moroder como uno de sus precursores en la creación de un sonido en particular, pero tuvo a Donna Summer como su imagen viva, como la máxima expresión de esa evolución, sobre todo en las pistas de baile.

En este 2018 se cumplen 6 años de su muerte.

Ladonna Adrian Gaines, mundialmente conocida como Donna Summer –nombre artístico que retomó del apellido americanizado de su ex esposo Helmuth Sommer, tras su estancia en Alemania - marcó todo un ciclo y es referencia indiscutible no sólo de las pistas de baile, sino también de la revolución sexual y bandera de la comunidad gay.

Summer nace un 31 de diciembre de 1948 en Boston (Massachusetts, Estados Unidos). Desde pequeña se interesó por la música y se integra a coros religiosos, tras mudarse a Nueva York forma una banda de pop rock donde logra cierto reconocimiento pero tiempo después se disuelve. A los 20 años actúa en algunas obras musicales, hecho que la obliga a viajar a Europa para actuar en una obra musical en sustitución de una de las actrices principales. Instalada en Alemania, donde actúa y canta en varios musicales, es en Austria donde lanza su primer single interpretado totalmente en alemán.

La cantante conoció en 1978 a su segundo esposo Bruce Sodano, que por esos años era miembro del grupo Brooklyn Dreams. Ambos se casaron en 1980, tuvieron dos hijas, y siguieron juntos hasta el fallecimiento de Summer.

Pero es en 1974 donde su carrera despunta verdaderamente. Ya como Donna Summer y tras conocer a los productores Giorgio Moroder y Pete Bellote, un año después edita el hit internacional “Love To Love You Baby”, el cual es parcialmente censurado en toda Europa por su alto contenido erótico y sexual, pero en Estados Unidos se convierte en todo un acontecimiento, sobre todo en la radio y clubes de moda como el Studio 54. Aunado a ello, descarriló de su cetro a otra de las grandes, Gloria Gaynor.





Este hit abona el terreno para otros temas claves en su carrera como “McArthur Park” en 1979 o “Bad Girls, Hot Stuff”, “On The Radio” y su entonces novedoso dueto con la otrora diva Barbra Streisand “No More Tears (Enough Is Enough)”.

En esta época se vivieron momentos álgidos de una auténtica guerra entre el rock y la música disco, pues incluso rockeros que se encumbraban en aquel entonces -entre ellos Frank Zappa- llevaron a cabo una campaña de desprestigio en contra del emergente movimiento; a esto hay que agregar que, gracias al éxito arrollador de la cinta “Saturday Night Fever”, estelarizaba John Travolta, y su banda sonora con los Bee Gees, ayudaron a internacionalizar la cultura disco.


Sin embargo, si hablamos de las canciones de Summer, tenemos que mencionar indiscutiblemente “I Feel Love”; un tema cuyo sonido suena hasta nuestros días atemporal, una perfecta obra producida por Giorgio Moroder y que ella le imprimió su sello característico. Es uno de los temas con más covers y con más sampleos en temas de los más diversos géneros. Es casi el “Santo Grial” de los dj’s y productores de música electrónica.

De los cinco premios Grammy que ganó en su carrera, destaca el que obtuvo en 1978 por el tema “Last Dance”, del soundtrack de la película Thank God It’s Friday –cual Godín actual diría “Gracias a Dios es Viernes”-. En 1980 es la primera artista contratada por el reconocido sello discográfico de David Geffen, luego de romper con su disquera Casablanca.

Es en este periodo, a inicios de los 80’s, que se aleja un poco de su sonido disco y bailable para explorar nuevos horizontes dentro de géneros más orgánicos como el rock o el sonido de moda, el New Wave; prueba de ello es el legendario tema “The Wanderer”. Tras romper musicalmente con Moroder, el famoso productor Quincy Jones le produce un disco con un éxito discreto.

En los años sucesivos, Donna Summer lanza algunos éxitos como “State Of Independence” (aquí, por cierto, colabora el entonces jovencito Michael Jackson) o el himno feminista “She Works Hard For The Money” cuyo título habla del momento personal que vivió la cantante en 1983: un álbum que tuvo que grabar con su antigua disquera, tan solo para saldar un contrato pendiente. Más adelante, a manera de un relanzamiento de su carrera y con un sonido muy parecido al de un Rick Astley o Samantha Fox, edita un disco del que sobresale el sencillo “This Time I Know It’s For Real”

En los 90 continúa con su actividad discográfica pero ya en menor cantidad, donde incluso incursionó en producciones de música góspel con un álbum navideño en 1994. A pesar del éxito modesto, obtuvo un Grammy en 1997 por una remezcla del tema “Carry On” –producido en su momento por Giorgio Moroder-.

Si bien Donna Summer gozó de gran éxito, sobre todo en los 70’s y 80’s, su carrera estuvo a punto de colapsar luego de hacer declaraciones desafortunadas en contra de la comunidad gay, a quienes culpaba de la propagación del Sida y de que dicho mal era un castigo divino. Asimismo, tras la fama, los viajes y el dinero, padeció severas depresiones que la obligaron a refugiarse en algunas drogas. Afortunadamente superó esta etapa, gracias en buena medida a su conversión religiosa.

La diva de la música disco grabó cerca de una veintena de discos. El último, Crayons, fue el último álbum de estudio y lo editó hace exactamente 10 años, en 2008. Fue en esta última etapa que fue muy criticada porque en sus presentaciones ya lucía físicamente débil, lo cierto es que su voz permanecía impecable.

Además de ser cantante, compositora y actriz, otra de sus pasiones fue la pintura, arte que la llevó a exponer en todo Norteamérica y Europa, de la mano –se dice, curiosamente- de Steven Spielberg, quien se convirtió en uno de sus máximos promotores. También escribió dos libros y se convirtió en productora cinematográfica en Hollywood.    

Donna Summer falleció un 17 de mayo de 2012, a los 63 años, al no superar una larga batalla contra un cáncer de pulmón. Al respecto, se habría comentado que dicho padecimiento mortal fue provocado por respirar partículas tóxicas, tras los atentados del 11-S en Nueva York; otras versiones giraron alrededor de que su enfermedad fue provocada por la inhalación de los gases de los óleos utilizados para pintar, tal como les ha sucedido a otros pintores.


El legado que dejó esta diva de la música está repleto de éxitos bailables y muy populares, un recuerdo permanente e inspiración constante para quienes son cantantes, músicos y productores. Porque Donna Summer es hablar de un referente del llamado “dance music” y que, además, conecta con una época de la cultura pop.

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EL PALOMAZO
El clásico de todos los tiempos, “I Feel Love”:

El ochenterísimo track “She Works Hard For The Money”

En una de sus últimas presentaciones junto al cantante británico Seal:

“I Feel Love” seguirá escuchándose en cada época:


viernes, 11 de mayo de 2018

Acid Jazz con sabor a Plastilina


Por Divandino

Como dicen los abuelos, “el tiempo se va como agua”. Y en efecto, más de 20 años tiene este dúo de hacer música para los siempre ávidos de nuevas propuestas musicales. Desde finales de los 90’s, la entonces invasión de grupos tapatíos y regios inundó al país de rock, hip hop y sonidos alternativos; quien no recuerda a Control Machete, Kinky, Cartel de Santa, Zurdok y Plastilina Mosh, solo por mencionar algunos.

Es precisamente el dúo regiomontano Plastilina Mosh, conformado por Alejandro Rosso y Jonás González, que ha estado en la escena musical con sus respectivas pausas desde que apareció su primer EP “Niño Bomba”, con el cual, por cierto, saltó a la fama no solo en México, sino a nivel internacional; enfundándose en la casaca de la música alternativa nacional.

Resulta muy difícil encasillar a Plastilina Mosh con algún estilo o género, pues su esencia siempre es y ha sido la experimentación: pueden ir de un ácido hip hop a un break beat plagado de texturas jazzísticas y onda muy lounge. Quizá en sus inicios emparentaba más con unos Beastie Boys o Cypres Hill, después se acercaba mucho al trabajo que hacía Beck o incluso de The Chemical Brothers; pero siempre, siempre sus temas plagados de ese “valemadrismo” e irreverencia, donde rapeaban lo mismo en inglés que español o incluso portugués y que incorporaban esos tintes “kish” sesenteros.


Esa experimentación de los platilinos sigue tan vigente como su hit “Mr. P. Mosh –cuyo video revivió a la diva del burlesque mexicano Lyn May- y la prueba fue su presentación que tuvo el pasado 6 de mayo en el Teatro del Estado de Xalapa, junto con la Xalli Big Band. Un concierto “sui géneris” y que aderezó el cierre de la Feria Internacional del Libro Universitario -la FILU UV- en su edición 2018.

Tras una pausa de casi 10 años y esporádicas presentaciones en los festivales Vive Latino y Pa’l Norte, la dupla regia regresó a los escenarios en este 2018 con nueva producción discográfica –a presentarse en breve- y con un ensamble memorable. Lo mejor, en Xalapa.

Poco después de las 8 de la noche, noche dominguera en la Sala Emilio Carballido del Teatro del Estado, sonaron los primeros acordes de la magnífica Xalli Big Band UV, dirigida por el maestro Raúl Gutiérrez Villanueva, y las voces de los casi cincuentones Plastilina Mosh, acompañados por una gran corista del cono sur –que, por cierto, pasó desapercibida-.

El recital inició con “Milllionaire”, una rola muy groove y con la cual rompían un poco lo frío de un sintetizador o de un beat programado electrónicamente –tal como suena la versión original- y lo convertían en un sonido más orgánico dibujado por percusiones y trompetas. Y así fue la tesitura con las 9 canciones restantes que interpretaron.

Siguieron con “Ja Ja ja”, primer sencillo que se desprende de su más reciente producción discográfica y que, como ellos mismos lo anunciaron, la estarán presentando muy pronto. Después interpretaron “Banano’s Bar y “Kinkinazo”, tema cuya frase sampleada (ahhh ki ki ahhh ki ki!) recuerda el legendario programa de tv “La Carabina de Ambrosio”.

Con un teatro no tan lleno pero con un público lleno de actitud, donde cuarentones y millenials se mezclaban, Plastilina Mosh y la Xalli Big Band prendieron con un arreglo más que guapachoso de “Nalguita”, donde Alejandro Rosso, Anita la corista y el maestro Gutiérrez bailaban sincronizados en el escenario.

Quizá un poco austera la producción, pues solo contó con una discreta iluminación y una pantalla al fondo del estrado donde se proyectaban algunas imágenes, incluyendo logotipos del propio Plastilina Mosh; aunque, por supuesto, la magia radicó en la música y en el ambiente cálido, casi íntimo, que se vivió en el Teatro del Estado.

En ese tenor, sonaron las notas vibrantes de “Ode To Mauricio Garcés” (Oda a Mauricio Garcés), uno de los temas cuyos arreglos lo redimensionaron e hicieron viajar en el tiempo; un homenaje al gran actor de la cultura “lounge”. Fue también, donde el virtuosismo de la big band se hizo presente con extraordinarios “solos” hilarantes.

Le siguieron canciones como “Human Disco Ball” –un original house muy en la onda Daft Punk pero ahora transformado en una secuencia de batería y sax- y, el momento cumbre, la interpretación de su clásico, el “Mr. P. Mosh”, con el que el respetable se levantó de su butaca con más enjundia y participando de una ola futbolera alentada por los plastilinos.

Además de rapear y cantar sus temas, tanto Alejandro como Jonás tocaron teclados y guitarra, respectivamente. Es bien sabido que son buenos músicos y también genios detrás de la consola, sobre todo Alejandro Rosso, quien ha producido a diversas bandas como Jumbo y Volován. Asimismo, Jonás forma parte desde hace algunos años del grupo Band Of Bitches (por si han escuchado el “Noreste Caliente”).

A medio concierto, este par de músicos irreverentes sintieron la ausencia de una fría y deliciosa cerveza, argumentando ellos mismos que era un evento cultural y que seguirían tomando refrescos (las risas y carcajadas no hicieron esperar entre el público). Aunque Jonás sí estuvo casi todo el tiempo con su vapeador, ese cigarrillo electrónico muy de moda en los últimos años. –Al final del concierto, sí les llevaron sus respectivas “chelitas”-

“Pervert Pop Song” –y no “Castígame”, como varios la pedían- fue la penúltima canción que interpretó este gran ensamble y con lo que coronaban el experimento sonoro que demostró que la música no tiene fronteras y que es capaz de fusionar estilos diferentes entre sí.

Entre broma y broma, recordando anécdotas de sus inicios en su natal Monterrey, Plastilina Mosh destacó el valor cultural de la FILU y de la importancia que guarda en este aspecto la capital veracruzana. Recordaron que fue a principios de este año cuando fueron invitados a participar en este evento, junto con los jóvenes talentosos de la Xalli Big Band UV.


Como solo fueron estos temas que armaron junto con la big band, para cerrar con broche de oro el recital, los plastilinos interpretaron nuevamente el “Mr. P. Mosh” para gusto del respetable, que en todo momento coreó y aplaudió este y todos los temas anteriores.

De colofón, y no por dejarlo al final es menos importante, resulta curioso mencionar que la extraordinaria voz de la corista que acompañó a Plastilina Mosh en esta presentaciónm fue nada más y nada menos que Anita Álvarez de Toledo. Es la ya madurita y guapa cantante argentina que fue corista del gran Gustavo Cerati en su última gira y que incluso protagonizó alguno de los videos del disco “Fuerza Natural”; amén de haber sido corista del otrora rockero argentino Fito Páez.

Sin embargo, resultó un tanto extraño que el dúo regio no resaltara el currículum de su corista en turno que, hoy en día, vive en la CDMX y está por grabar un disco en el estudio de Molotov. Habrá que recordar que Anita Álvarez ya ha colaborado con el también dúo electrónico Telefunka en Guadalajara.

La fiesta literaria que organiza nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Veracruzana, apostó por un cierre magnífico; un concierto fuera de serie entre Platilina Mosh y la Xalli Big Band, donde el rock y la electrónica se fundieron con el mejor acid jazz.




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EL PALOMAZO
Aquí un poco de este concierto suigéneris:


lunes, 7 de mayo de 2018

Prince, el símbolo púrpura


Por Divandino

Hablar de un músico, cantante, compositor, arreglista, actor, director y fashionista, es hablar de un artista más que completo, que domina diversos aspectos de lo que los estudiosos llaman la industria cultural. Es hablar de una persona que hurgó en lo más profundo de su cuerpo y su mente la capacidad y resistencia para la creación: una canción, el guión de una película, la producción de otro cantante o grupo.

Esa persona de la que hablamos, cuentan sus biógrafos y músicos cercanos a él, que solo dormía de tres a cuatro horas diarias; quizá porque su talento así se lo demandaba, a costa de su salud, la que posiblemente se deterioró por esa exigencia física.

Hablamos, por supuesto, de Prince Rogers Nelson, conocido simplemente como Prince, evocando a un sensei oriental o a un maestro del arte y el entretenimiento, aunque su nombre no es más que un homenaje al grupo aficionado de jazz que su padre tuvo en su juventud.

Fue el pasado 21 de abril que se cumplieron dos años del lamentable fallecimiento de este genio de la música,  a consecuencia de una sobredosis accidental de fentanilo en su casa, así lo revelaron, en su momento, diversos medios de comunicación-.

Prince nació en Minneapolis, Minessota (E.U) un 7 de junio de 1958. Desde niño mostró un talento fenomenal para la música. Fue a los 18 años cuando firma su primer contrato discográfico, material que logró mucha expectación entre el público y los críticos; su segundo material registró altísimas ventas que logró ser disco de platino. Y esto era solo el principio.

Desde muy joven colaboraron con él los mismos músicos y amigos, con los que formó primero, a principios de los 80’s,  la banda The Revolution y poco más de una década después forma The New Power Generation. Entre estas dos bandas bien estructuradas formó otros proyectos alternos, ensambles en los que participaba y les daba un nombre en específico, entre un sinfín de producciones alternas.

De verdad, Prince fue un músico incansable.

Otra de sus facetas de este multitalentoso fue la actuación. Y su obra maestra en su incursión en el séptimo arte fue Purple Rain, película que dirigió y protagonizó, con la cual obtuvo tres premios Grammy por el disco del mismo nombre y un Oscar por mejor banda sonora.

Otra de sus incursiones en el mundo del celuloide fue el soundtrack que realizó en su totalidad para la película Batman de 1989 cuyo éxito comercial no se hizo esperar. Un año después escribió, dirigió y actuó la cinta Graffiti Bridge, entre otras más sin mucho éxito.

El estilo un tanto ecléctico de Prince lo llevo a grabar y producir temas que iban del soul al rock, pasando por la balada pop y sonidos con tintes electrónicos. Lo cierto es que sus bases de funk y rhythm and blues, así como una buena dosis de rock reflejada en su inseparable guitarra, le dieron un sello distintivo a su estilo.

Si bien el auge de su carrera se dio entre los 80’s y 90’s, al inicio del nuevo milenio Prince siguió produciendo para él y para otros artistas. Sus discos fueron a partir de este momento de un corte más alternativo, claro, con sus respectivas giras en grandes escenarios y sus consabidas “after parties” en bares o recintos pequeños y privados, costumbre tal cual tenía desde sus giras ochenteras.

Su genio era tal que incluso el mismísimo Michael Jackson -otro monstruo de la música pop- trato en varias ocasiones de que produjera para él o se lograra algún tipo de colaboración. Pero no. Prince siempre mantuvo distancia y hasta cierta rivalidad -quizá más mediática que personal- con el llamado “Rey del Pop”.

Y es que, como en todo gran artista, el egocentrismo de Prince siempre fue una de sus particularidades que provocó que muchos de sus amigos, músicos y colaboradores en su mayoría, se alejaran de él en algún momento. Sin embargo, siempre en sus giras y por el país que visitaba indagaba sobre el talento local, descubriendo en algunas ocasiones grandes voces, músicos o bailarines que tiempo después solía integrar a su banda o equipo de trabajo.

Al menos así lo cuenta la cantante y guitarrista Andy Allo, quien afirma que Prince la conoció previo a un concierto en Camerún y que, tras escucharla y tener afinidad en estilo, la integró a la banda como guitarrista. Años después, en uno de los discos de Andy, él colaboró en la producción. “Prince fue un gran mentor para mí, me llegó a enseñar algunos acordes que yo no conocía”, relató vía telefónica la joven artista en entrevista radiofónica.

Mucho se pensó sobre la orientación sexual de Prince, lo cierto es que siempre estaba acompañado de bellas mujeres. Aunque era de un aspecto delicado y, durante algunos años, con un estilo un tanto andrógino, desconcertante, lo cierto es que tuvo varias parejas sentimentales.

Fueron varias mujeres importantes en su vida: la bailarina puertorriqueña Mayte García (con la que tuvo un hijo que falleciera a solo unas semanas de su nacimiento por un mal congénito), Apolonia Kotero, (modelo mexicoamericana que protagonizó con él la cinta Purple Rain), la poetisa, fotógrafa y cantante Ingrid Chavez (con quien colaboró musicalmente y fue protagonista de su filme Graffiti Bridge) la percusionista Sheila E y  Manuella Testolini.

A estos nombres de su otrora carrera sentimental, habría que sumarle a Prince sus affaires con Sheena Easton, Madonna, Carmen Electra, Kim Basinger, Susanna Joffs (integrante de The Bangles), entre otras.

El álbum 1999 fue el que despuntó su carrera mundialmente y fue editado en 1982. Sus temas más destacados son: “When Doves Cry”, 2Let’s Go Crazy2, la clásica de clásicas “Purple Rain”, “Little Red Corvette”, “Raspberry Beret”, “Kiss”, “Batdance”, “Cream”, “Diamonds and Pearls” y “Get Off”, solo por mencionar algunos. Una de sus composiciones, “Nothing Compares 2 U”, le dio fama mundial a la irlandesa Sinead O’connor en 1990.

Uno de los capítulos más amargos que sufrió Prince fue la feroz batalla que perdió, finalmente, a mediados de los 90 con su disquera Warner, a raíz de que el artista lanzara su álbum triple Emancipation fuera de dicha disquera debido a que ésta no le permitía liberar todo el material que grababa. Consecuentemente, tuvo que terminar su contrato al tiempo de que ya no utilizó su nombre Prince, sino que ahora se daba a conocer como The Symbol, The Artist o simplemente con un signo gráfico. Sería hasta el nuevo milenio cuando recupera su nombre.

Desde su muerte, la música de Prince llegó a las plataformas digitales como Youtube, I Tunes y Spotify, algo que en vida nunca permitió, como tampoco permitió que samplearan sus canciones. Por ejemplo, se sabe de la demanda que entabló en contra del rapero fugaz MC Hammer a principio de los noventa por haber tomado un fragmento de su clásico “When Doves Cry”.

El último concierto que ofreció fue el 14 de abril del 2016 en Atlanta, Giorgia. Después de esto fue hospitalizado por una gripe intensa que superó para volver a ensayar y preparar su concierto del día siguiente. Su muerte llegó cuando se encontraba a punto de iniciar un tour acústico (Prince Spotlight: Piano & Microphone)

Recientemente, de acuerdo a la agencia noticiosa AFP, la justicia norteamericana no presentará cargos contra nadie por la muerte de Prince, la cual fue provocada por el abuso de fentanilo, medicamento opiáceo (sustancia que deriva del opio) que ingirió pensando que se trataba de Vicodin, otro opiáceo.

Desde hace dos años, músicos, artistas y amigos en general celebran a Prince con un gran festival en su natal Minneapolis, donde interpretan lo mejor de su música. Aunado a ello, este año se reunieron académicos de la Universidad de Minnesota en el simposio Prince from Minneapolis.

El diseñador, conductor de radio, respetado musicólogo y gran admirador del artista Mario Lafotaine afirma tajante que “Prince es un artista solo comparable con la grandeza de un Miles Davies”.

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EL PALOMAZO
Aquí les dejo algunos temas que dibujan el estilo musical de Prince:
El clásico “When Doves Cry”

Esta es su mítica presentación en el medio tiempo del Super Bowl XLI de 2007

El fabuloso “Batdance”

“Musicology”, un track lleno de funk y jazz

La consentida, “Cream”

Radiolaria Vol. 1

El periodista musical  Luis Carrillo, quien ha entrevistado en las últimas dos décadas a más de 200 artistas y bandas musicales, entre ellos...