AL AIRE..

lunes, 8 de enero de 2018

De Iztapalapa a Coachella

Por Divandino


Cuando lo meramente popular, lo “populachón” como algunos suelen denostar, se apodera del gusto y las entrañas  de la gente, estamos hablando de una homologación de gustos pero también de ciertas modas.

La cumbia es un género musical cuya factura de origen radica en Colombia y que se alimentó de los sonidos africanos e indígenas. Era una danza autóctona que, a medida que fue creciendo y se hiciera popular, invadió en toda latinoamerica junto con otros ritmos afroantillanos como el danzón, el cha cha cha y el mambo; se transformó en la música tropical regional con variantes muy específicas como la tropical andina en Perú –o su variante con la cumbia sureña, al estilo de la Tigresa de Oriente- o la chunchaca en México –los Flamers o Nativo Show, un ejemplo, si hablamos de Veracruz-.

Por muchos años, décadas incluso, en México la cumbia fue desdeñada y considerada como la música tropical común y corriente, la que era básicamente para bailar en las fiestas populares familiares y que los llamados “sonideros” (grupos de luz y sonido que amenizan bailes masivos con música grabada y cuyo género implícito es la cumbia), la mantuvieron viva en los barrios tradicionales de Monterrey o, sobre todo, de la Ciudad de México.

Y es precisamente aquí donde podemos afirmar que la cumbia, poco a poco, se fue adentrando en los círculos urbanos; ya no solo estaría en el gusto de las llamadas clases populares, sino que ahora también llamaría la atención de otros sectores que gustan escuchar sonidos anglosajones como el hip hop o el rap.

Abonando a lo anterior, un caso especial es el de Celso Piña en Monterrey, quien se convirtió en todo un fenómeno al ser quien llevó el sonido de la cumbia a otros niveles. Si bien al inicio fue una forma de experimentación el hacer duetos y colaboracio
nes con bandas de rock, proyectos de música electrónica y demás sonidos pop, más adelante se transformó en un ritmo por sí solo –algunos puristas solían llamarle NuCumbia- donde convergen géneros y estilos con la cumbia.

Un ejemplo de ello es el trabajo del regiomontano Antonio Hernández “Toy Selectah” (integrante del extinto Control Machete) o del músico chilango Camilo Lara (cabeza del ensamble Instituto Mexicano del Sonido y, al mismo tiempo, ejecutivo de un sello disquero), así como del popular dúo colombiano Bomba Estéreo y N cantidad de bandas argentinas que suelen hacer cumbia como Los Fabulosos Cadillacs o Los Auténticos Decadentes, entre muchos otros; ya no digamos la gran cantidad de proyectos latinos en Estados Unidos.

Un fantasma latino invade el mundo porque el rock anglosajón ya aburre, señala el diario español El País al referirse a cómo los sonidos latinos se han ido apoderando de los gustos del público global, ya no solo la salsa, sino hasta el reggaetón (se lo debemos al infumable tema “Despacito”) y, al igual que otros medios, destacan la participación de Los Ángeles Azules en el famoso festival Coachella el próximo mes de abril en Indio, California.

Y el caso de esta agrupación que nació en las entrañas del popular barrio San Lucas en Iztapalapa, en la CDMX, es muy curioso y hasta sorprendente, sobre todo para quienes han criticado la participación de bandas mexicanas en ese festival como Café Tacuba, Caifanes o Molotov.

A raíz de un disco de duetos con estrellas del pop y de la escena “indie”, Los Ángeles Azules han alcanzado hasta el día de hoy lo impensable, lo que incluso muchísimas bandas latinas anhelan alcanzar alguna vez, como es formar parte del “line up” del festival Coachella de Estados Unidos, que es uno de los festivales más famosos a nivel global junto con el Glastonbury de Inglaterra o el Rock In Río en el cono sur.

Ya habían irrumpido en el gusto colectivo del rock nacional al participar en el ya tradicional festival Vive Latino y con sus presentaciones posteriores no en bailes populares, sino en auditorios o estadios para deleitar con su cumbia sonidera a otro tipo de públicos.

Quizá pueda parecer una moda o hasta un chiste por el pasado Día de los Inocentes para quienes no dan crédito del salto inédito de Los Ángeles Azules, lo cierto es que el hecho de presentarse en un festival no solo para hispanoparlantes y de compartir escenario con luminarias del mainstream como Beyoncé, Eminem o The Weekend, habla de la heterogeneidad del propio festival y del auge de la música latina –y no precisamente el odioso Reggaetón- ; además, sin dudarlo, habla de la buena estrella del grupo de Iztapalapa.

EL PALOMAZO
Algo de los ensambles de Los Ángeles Azules


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