AL AIRE..

miércoles, 31 de enero de 2018

La delgada línea: entre la inspiración y el plagio

La Libélula
Por Divandino


La creación artística en diferentes ámbitos de la cultura y el entretenimiento no está exenta de un sin número de señalamientos, principalmente de copiar o de “plagiar” una obra o un fragmento de la misma. Y si el que roba supuestamente la idea es un artista consolidado, pues el escándalo es mayor.

Un plagio es una infracción del derecho de autor sobre una obra de cualquier tipo, que se produce mediante la copia de la misma, sin autorización de la o las personas
que la crearon o que es dueña o posee los derechos de dicha obra, y que se presenta como original.

Y viene esto a colación luego de que recientemente en el mundo de la música se dio un caso más, de los cientos habidos y por haber. Resulta que la banda inglesa Radiohead, famosa por ser uno de los estándares de calidad musical e interpretativa dentro del rock, había demandado por plagio a la cantante norteamericana Lana del Rey porque su tema “Get Free” del álbum Lust For Free está inspirado completamente en el hit noventero de la banda alternativa, “Creep”.

Aun cuando la cantante argumentó que su canción no copiaba al tema en cuestión, ofreció pagar un 40 por ciento a la banda por los dividendos de “Get Free”, pese a que los abogados de Radiohead piden el 100 por ciento de las regalías.

Hasta el momento la banda no se ha pronunciado públicamente sobre el hecho, pero el caso seguramente se resolverá en los tribunales. Lo curioso es que ellos fueron acusados, en su momento, por el parecido de “Creep” con “The Air That I Breathe”, un tema de The Hollies compuesta en 1974; hecho que obligó a Tom Yorke y compañía a incluir en los créditos de su canción a Mike Hazlewood y Albert Hammond, compositores de “The Air That I Breathe”.

Como en muchas situaciones de la vida misma, existe una delgada línea entre plagio e inspiración, la Ley de Propiedad Intelectual –que menciona en su artículo 14 que un plagio supone un atentado contra el derecho moral del autor a reconocer su obra como propia- no lo aclara de forma contundente, pero se toman en cuenta el número de compases seguidos y que se repiten para determinar si una canción es o no un plagio.

Si son 7 o menos compases los que contiene un tema y que son parecidos a otro, pues sencillamente es una inspiración o, incluso, una casualidad la similitud entre ambas. Pero –aquí vienen los peros-, si ese tema exitoso y que ha roto cifras en ventas contiene 8 o más compases seguidos y que son parecidos a la de otra canción, pues ya se está hablando del plagio de una obra musical.

Muchos compositores, intérpretes o cantantes afirman que es muy difícil crear un tema musical sin que el mismo no contenga ciertos matices de otro, lo cual no lo convierte en plagio, sino en mera inspiración o, incluso, en un homenaje.

Un ejemplo de ello, por mencionar solo alguno, es el solo de guitarra que incluye Gustavo Cerati en el tema de Soda Stereo “Té Para Tres”, en su versión desenchufada a mediados de los 90, y que pertenece al tema “Cementerio Club” del otrora cantautor argentino Luis Alberto Spinetta. Y miren que a Cerati lo han tundido por esos matices que incluyó en sus temas solista y de Soda, cuya inspiración se sabe proviene de bandas como The Police, The Cure, King Crimson o el mismo Spinetta.

El fenómeno, como ya lo hemos dicho, no es exclusivo de bandas o vocalistas nuevos, sino que también los grandes luminarias de la música  han incurrido –quizá por accidente o por mero gusto.

En 1969, tras la salida del disco Abbey Road de The Beatles, la compañía discográfica del legendario Chuck Berry demandó a los británicos alegando que John Lennon había copiado la letra y la música de la canción “You Can’t Catch Me” en el tema “Come Together”. Lennon reconoció haberse inspirado en el tema de Berry y el Cuarteto de Liverpool llegó a un acuerdo extrajudicial del que no se conocen los detalles.

El finado Rey del Pop Michael Jackson también fue acusado de plagio por un cantante camerunés, quien argumentó que la canción “Wanna Be Starting Something” –canción que abría el multipremiado disco Thriller en 1984- era una copia de su tema “Soul Makossa” de 1972. Michael terminó pagando alrededor de 200 mil dólares por concepto de derechos de autor.

Los hermanos Liam y Noel Gallagher fueron acusados en varias ocasiones por esta situación, aunque el más recordado es el de su tema “Shakermaker”, que apareció en el disco debut de la banda Oasis Definitely Maybe de 1994. La agrupación The New Seekers consideraron que dicho tema era una vil copia de su canción “I’d Like To Teach The World To Sing” de 1971 y que fue famoso por vestir una campaña publicitaria de Coca Cola. Por esta travesura, Oasis pagó 500 mil dólares.

Otro ejemplo, un poco más reciente y muy ilustrativo, es el que protagonizaron Pharrel Williams y Robin Thicke con su canción “Blurred Lines”, que les valió un Grammy como mejor dúo en 2014, cuyo parecido con el tema “Got To Give It Up” de Marvin Gaye, los obligó un año después a pagar 7.3 millones de dólares a los hijos del ya fallecido cantante norteamericano y leyenda del soul.

Mención aparte merecen The Rolling Stones quienes en varias ocasiones han acusado a otras bandas de plagio, como la que le hicieron a The Verve por su tema “Bitter Sweet Symphony” que argumentaron era similar a su canción “The Last Time”. Curiosamente, el tema que lanzara a la fama a The Verve samplea en realidad un fragmento del disco de The Adrew Loog Odham Orchestra titulado The Rolling Stones Songbook (1966) y que contaba con 10 versiones orquestales de la banda británica, incluyendo “The Last Time”. De cualquier manera, los Stones ganaron la batalla.

Abonando a este entramado, la misma canción “The Last Time” está basada, a su vez, en el tema “This Maybe The Last Time” (1955) del grupo de góspel The Staple Singers. Sin embargo, de manera mañosa, los ingleses nunca pagaron centavo alguno argumentando que era una canción tradicional y que nadie tenía los derechos sobre la misma.

Llámese karma o suerte de boomerang, en 1997 alguien advirtió que sus Satánicas Majestades modelaron el tema “Anybody Seen My Baby?” –del disco Bridges Of Babylon- a imagen y semejanza del éxito “Constant Craving” de 1992 y original de K.D. Lang. Por ello, la banda se curó en salud –dicho de manera coloquial- y, tras negociaciones con la cantante canadiense, incluyó su crédito en la canción recién estrenada, evitando demanda alguna.

Ta vez no podría llamársele propiamente plagio, pero sin duda algo vergonzoso, el caso que se dio a finales de los 80 con el dúo pop Milli Vanilli, pues fue un proyecto mercadológico creado por un productor alemán quien utilizó a un par de bailarines europeos para hacer un burdo playback con la música y voces de otros que sí cantaban y sí eran compositores.

La presión mediática y la indiscreción de uno de los músicos contratados para el proyecto a un diario inglés, provocó que el propio productor confesara en 1990 que el hasta entonces grupo exitoso Milli Vanilli no era más que un fraude, lo que ocasionara que les retiraran el Grammy como mejor grupo revelación de 1989.

Sin embargo, no todo lo que llegamos a escuchar y que se nos hace conocido, parecido o idéntico a otra canción es plagio. Existe el Cover, que es una versión nueva o reinterpretación de una canción grabada por un artista con anterioridad, que es muy socorrida tanto por bandas nuevas como las ya consolidadas y que, muchas veces, logran una versión alterna igual o más famosa que la original.

Por ejemplo, “Knockin’ On Heaven’s Door” de Guns N’ Roses y que es original del Premio Nobel de Literatura Bob Dylan, “The Man Who Sold The World” de Nirvana y que es original del gran David Bowie; qué decir de las toneladas –si se pudiera medir así- de covers que un sin número de bandas y solistas han hecho de temas de The Beatles y que los han consolidado.

Con un sentido más terrenal, también podríamos mencionar a Café Tacuba cuya versión de “No Controles”, que compuso Nacho Cano para Flans en los 80, la ha hecho ya como un clásico propio, al igual que el mismísimo tema “Chilanga Banda” de Jaime López o el “Cómo Te Extraño Mi Amor” de Leo Dan.

Por otro lado, tenemos al Sampler, que se refiere a la utilización de un archivo sonoro ya existente, de cualquier tipo, y reutilizarlo en un tema musical. Ya sean frases de películas, fragmentos de canciones antiguas o trozos de canción con otros instrumentos, estos son materia prima para las creaciones de muchísimas bandas o grupos, sobre todo en el ámbito del hip-hop y más reciente en el pop y dance electrónico.

En ambos casos, el autor de la obra original recibe su retribución económica y su respectivo reconocimiento en los créditos de la obra de reciente creación.

Si se analizaran a conciencia muchos de los hits musicales que escuchamos a diario en la radio o en las diferentes plataformas virtuales, sería muy difícil –por no decir titánico- detectar alguno totalmente original, dado que esa línea entre la inspiración y el plagio es muy pero muy delgada.

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EL PALOMAZO
Aquí unos ejemplos de posibles plagios






lunes, 22 de enero de 2018

Adiós Dolores!

Por Divandino

Para muchos quienes en los 90’s  vivieron al máximo o con toda intensidad su juventud, no dejarán pasar desapercibido a una de las bandas que dibujó gran parte de los sonidos cotidianos de esa década.

La música alternativa –“indie” como suelen llamarle hoy en día- irrumpía a nivel global con muchas bandas que desafiaban los cánones sonoros dentro del pop y el rock en general. Además del grunge, que se convirtió en una bandera de la juventud contestataria de esos años, también aparecieron otras bandas, sobre todo del viejo continente, cuyo estilo peculiar les permitió fama y popularidad.

Una de esas bandas fue The Cranberries. Y uno de sus sellos característicos fue la voz inconfundible de su vocalista Dolores O’Riordan cuya tesitura podría marcar tonos tan altos y desgarradores y, al mismo tiempo, tan suaves y melosos.

 La Banda

La banda celta se formó en 1989 en Limerick, Irlanda, bajo el nombre de The Cranberry Saw Us, el cual fue cambiado un año más tarde al de The Cranberries, cuando se unió a la agrupación la propia O’Riordan.

Su álbum debut, Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We? de 1993,  significó un gran salto a la fama, sobre todo por su primer sencillo “Linger” que abordaba las vicisitudes y el desamor adolescente, convirtiéndose en hit internacional.

Un año después vendría su segundo álbum, No Need To Argue, que significó la consolidación de los irlandeses, con temas como “Zombie”, inspirado en el atentado del IRA (Ejercito Republicano Irlandés) que mató a dos niños, el cual vendió alrededor de 17 millones de copias en todo el mundo.

Fue en los 90 que The Cranberries, gracias a la voz de Dolores O`Riordan, que eran consideradas como las bandas que desplegaban en el escenario furia y dulzura, dos conceptos con los que la llamada Generación X se sentía identificada.

Luego de editar tres discos más –To The Faithful Departed, Bury The Hatchet y Wake Up And Smell The Coffee – y un recopilatorio -Stars-, la banda se aleja de los escenarios y sus integrantes inician sus carreras en solitario.

En particular, Dolores O’Riordan inicia sus colaboraciones con otros músicos a inicios del nuevo milenio, y es en 2007 que lanza su álbum solista Are You Listening?, mientras que el segundo lo edita en 2009 bajo el nombre de No Baggage.

Sin embargo, entre 2009 y 2010 la banda se reúne y realiza una extensa gira mundial cuyo fruto fue un álbum de estudio editado en 2012 llamado Roses. A pesar de los problemas legales entre la vocalista y el guitarrista de la banda y compositor de la mayoría de los éxitos de la misma (Noel Hogan), en 2016 realizan una  gira europea y un año después editan su último álbum Something Else, que incluye versiones acústicas de sus grandes éxitos y tres cortes nuevos, con su respectiva gira mundial que, de alguna manera, quedó inconclusa, tras la súbita muerte de O’Riordan.


El Dolor de Dolores
Según la BBC de Londres, Dolores O’Riordan padecía de un trastorno bipolar y de un silencioso pero punzante trauma debido al abuso sexual que sufrió durante su infancia, amén de haber atravesado por crisis de anorexia y abuso de alcohol. 

En una entrevista en 2013 con el periódico Sunday Independent, revela la prestigiada cadena británica de radio y tv, la vocalista confesó que había sido abusada de los 4 a los 8 años por un familiar cercano.

Lo grave es que culpó así misma por el grave incidente: “Eso es lo que pasa. Crees que es tu culpa. Enterré lo que pasó, es lo que haces al principio. Lo entierras porque estás avergonzada de ello”, declaró en 2014 durante una entrevista para un medio irlandés.

En la misma entrevista de la BBC, O’Riordan recordó que en 2011, durante el funeral de su padre, se reencontró con su abusador después de muchos años de no verlo, causándole gran dolor. Aunado a sus problemas por el abuso de bebidas alcohólicas, anorexia en algún momento, entre otros desórdenes mentales, en 2013 intentó suicidarse con una sobredosis de algún estupefaciente.

La cantante fue diagnosticada con un trastorno bipolar que le provocaban severas crisis de rabia. Prueba de ello, es que en 2014 fue arrestada por un hecho violento con una azafata durante un vuelo de Estados Unidos a Irlanda; dos años después pagó varios miles de dólares a una institución de caridad por haber golpeado a un policía, tras un ataque de furia.

Por otro lado, sus problemas de espalda fueron constantes en los últimos años, hecho que originó la cancelación de algunos conciertos apenas el año pasado, así como las ausencias de la banda durante etapas prolongadas.

Dolores O’Riordan estuvo casada 20 años con el ex representante de la otrora banda inglesa Duran Duran, Don Burton, con quien procreó tres hijos y de quien se divorció en 2014.

La mañana del lunes 15 de enero, en un escueto comunicado, la publicista de O’Riordan informaba que la cantautora había fallecido en un hotel de Londres, Inglaterra, a donde se había trasladado para realizar una serie de grabaciones. Las causas reales de su muerte aún se desconocen, aunque de último momento –gracias a una filtración de la policía de Londres a un medio local- se informó que posiblemente se suicidó con fentanilo.

No hay nada oficial aún sobre de las causas del deceso.

Dolores O’Riordan murió con tan solo 46 años de edad, con muchos años por delante de sueños y metas. Quizá sus problemas psicológicos y físicos, sus demonios internos, habrían mermado su salud. Lo cierto es que su voz quedará como un baluarte de esas grandes voces que le han dado personalidad al rock, que le han dado a la mujer presencia y liderazgo en el mundo de la música.

EL PALOMAZO
Por aquí les dejo un playlist con diez de los mejores temas de The Cranberries en la voz de Dolores O’Riordan


lunes, 8 de enero de 2018

De Iztapalapa a Coachella

Por Divandino


Cuando lo meramente popular, lo “populachón” como algunos suelen denostar, se apodera del gusto y las entrañas  de la gente, estamos hablando de una homologación de gustos pero también de ciertas modas.

La cumbia es un género musical cuya factura de origen radica en Colombia y que se alimentó de los sonidos africanos e indígenas. Era una danza autóctona que, a medida que fue creciendo y se hiciera popular, invadió en toda latinoamerica junto con otros ritmos afroantillanos como el danzón, el cha cha cha y el mambo; se transformó en la música tropical regional con variantes muy específicas como la tropical andina en Perú –o su variante con la cumbia sureña, al estilo de la Tigresa de Oriente- o la chunchaca en México –los Flamers o Nativo Show, un ejemplo, si hablamos de Veracruz-.

Por muchos años, décadas incluso, en México la cumbia fue desdeñada y considerada como la música tropical común y corriente, la que era básicamente para bailar en las fiestas populares familiares y que los llamados “sonideros” (grupos de luz y sonido que amenizan bailes masivos con música grabada y cuyo género implícito es la cumbia), la mantuvieron viva en los barrios tradicionales de Monterrey o, sobre todo, de la Ciudad de México.

Y es precisamente aquí donde podemos afirmar que la cumbia, poco a poco, se fue adentrando en los círculos urbanos; ya no solo estaría en el gusto de las llamadas clases populares, sino que ahora también llamaría la atención de otros sectores que gustan escuchar sonidos anglosajones como el hip hop o el rap.

Abonando a lo anterior, un caso especial es el de Celso Piña en Monterrey, quien se convirtió en todo un fenómeno al ser quien llevó el sonido de la cumbia a otros niveles. Si bien al inicio fue una forma de experimentación el hacer duetos y colaboracio
nes con bandas de rock, proyectos de música electrónica y demás sonidos pop, más adelante se transformó en un ritmo por sí solo –algunos puristas solían llamarle NuCumbia- donde convergen géneros y estilos con la cumbia.

Un ejemplo de ello es el trabajo del regiomontano Antonio Hernández “Toy Selectah” (integrante del extinto Control Machete) o del músico chilango Camilo Lara (cabeza del ensamble Instituto Mexicano del Sonido y, al mismo tiempo, ejecutivo de un sello disquero), así como del popular dúo colombiano Bomba Estéreo y N cantidad de bandas argentinas que suelen hacer cumbia como Los Fabulosos Cadillacs o Los Auténticos Decadentes, entre muchos otros; ya no digamos la gran cantidad de proyectos latinos en Estados Unidos.

Un fantasma latino invade el mundo porque el rock anglosajón ya aburre, señala el diario español El País al referirse a cómo los sonidos latinos se han ido apoderando de los gustos del público global, ya no solo la salsa, sino hasta el reggaetón (se lo debemos al infumable tema “Despacito”) y, al igual que otros medios, destacan la participación de Los Ángeles Azules en el famoso festival Coachella el próximo mes de abril en Indio, California.

Y el caso de esta agrupación que nació en las entrañas del popular barrio San Lucas en Iztapalapa, en la CDMX, es muy curioso y hasta sorprendente, sobre todo para quienes han criticado la participación de bandas mexicanas en ese festival como Café Tacuba, Caifanes o Molotov.

A raíz de un disco de duetos con estrellas del pop y de la escena “indie”, Los Ángeles Azules han alcanzado hasta el día de hoy lo impensable, lo que incluso muchísimas bandas latinas anhelan alcanzar alguna vez, como es formar parte del “line up” del festival Coachella de Estados Unidos, que es uno de los festivales más famosos a nivel global junto con el Glastonbury de Inglaterra o el Rock In Río en el cono sur.

Ya habían irrumpido en el gusto colectivo del rock nacional al participar en el ya tradicional festival Vive Latino y con sus presentaciones posteriores no en bailes populares, sino en auditorios o estadios para deleitar con su cumbia sonidera a otro tipo de públicos.

Quizá pueda parecer una moda o hasta un chiste por el pasado Día de los Inocentes para quienes no dan crédito del salto inédito de Los Ángeles Azules, lo cierto es que el hecho de presentarse en un festival no solo para hispanoparlantes y de compartir escenario con luminarias del mainstream como Beyoncé, Eminem o The Weekend, habla de la heterogeneidad del propio festival y del auge de la música latina –y no precisamente el odioso Reggaetón- ; además, sin dudarlo, habla de la buena estrella del grupo de Iztapalapa.

EL PALOMAZO
Algo de los ensambles de Los Ángeles Azules


Radiolaria Vol. 1

El periodista musical  Luis Carrillo, quien ha entrevistado en las últimas dos décadas a más de 200 artistas y bandas musicales, entre ellos...