Por Divandino
La música es un vínculo
social y una herramienta de expresión en diversos ámbitos, desde el político y
cultural hasta el religioso. En particular, el rock ha sido relacionado con lo
negativo, lo prohibido, lo oculto, lo políticamente incorrecto; dentro de la
balanza musical, el rock es el que muchas veces ha representado lo pesado, lo
vulgar, lo feo y maloliente, lo negro y lo bajo.
Si una balada armoniosa y
cándida es considerada como celestial, casi casi como un coro religioso, una
pieza de heavy metal es referente a una oda infernal o una retorcida c anción
que ahuyenta a las buenas conciencias. Aunque esto no puede generalizarse, si
representa la percepción de buena parte de la población, aquella que ahora se
divierte con letras que magnifican el machismo –caso reggaetón- pero se
escandalizan con una simple letra de Zoé al pensar que glorifican el uso de las
drogas.
Es cuestión de enfoques
y, sobre todo, de gustos el que escuchen un género o un estilo diferentes entre
sí. Es relativo el que la gente pueda entender de una u otra manera alguna
canción, pues hoy en día una rola de “banda”
o “duranguense” puede ser más peligrosa que una de metal, por ejemplo:
mientras la primera llega a glorificar a un narcotraficante o banalizar una
actividad ilícita, la segunda puede hacer referencias a demonios o seres
desconocidos, aunque habría que diferenciar cuál de ambos ejemplos está más
cerca de la realidad.
Desde sus inicios, el
rock ha sido motivo de críticas. Sus precursores, como Elvis Presley, Little
Richard o Jerry Lee Lewis, eran acusados y señalados por hacer apología del desenfreno
y las bajas pasiones; por ejemplo, Elvis escandalizó a las mamás de las
jovencitas en los 50’s tan solo por su contoneo de caderas y sus letras
–decían- muy sensuales.
Grandes íconos
internacionales como The Rolling Stones han dado de qué hablar en esta mentada
relación del rock y las fuerzas oscuras. Su álbum Their Satanic Majestic
Request (Al Servicio de sus Satánicas Majestades) –de ahí el mote con que suele
llamársele a esta banda longeva-, así como su clásico “Sympathy for the Devil”
(Simpatía por el Diablo) lograron grandes ventas pero también su fama de satánicos.
Incluso sus guardaespaldas fueron ni más ni menos que los no menos perversos
integrantes de la pandilla Hell’s Angels.

Ya que mencionamos a este
oscuro personaje de principios del siglo XX –que más que un mago siempre fue
tildado de pervertido y enfermo mental-, el vocalista de Black Sabbath, Ozzy
Osbourne, le dedicó el tema “Mr. Crowley”, ganándose el repudio de los grupos
conservadores y religiosos.
The Beatles, esas máximas
figuras de la música de todos los tiempos, tampoco pasaron desapercibidos en
este tufo maligno del rock. Tras su viaje a la india con sus respectivas
experiencias con gurúes y luego de sacar al mercado su disco The White Album, el cuarteto fue
señalado de incluir en los temas de este disco mensajes provenientes del
mismísimo infierno.

La banda del llamado
black metal, Venom, tenía temas muy explícitos en sus discos como “Aliados de
Satán” o “Bienvenido al Infierno”. Cuentan los enterados, que en alguna ocasión
les fue prohibida la entrada a Estados Unidos debido a los reclamos insistentes
de grupos cristianos. Por cierto, estos mismos grupos trataron de censurar el
clásico álbum de Iron Maiden The Number of the Beast –o el Número de la
Bestia-.
Tras el éxito de Iron
Maiden con ese polémico álbum, provocado por el escándalo del supuesto
satanismo, otras bandas del género como Twisted Sister, Mötley Crue y Ronnie
James Dio, trataron de generar el mismo efecto a través de temas que se
relacionaban con las fuerzas malignas y con portadas muy sugerentes.
Que decir de Kiss, esa
banda que basó su éxito en sus rostros maquillados, los vómitos de sangre y una
lengua extra larga, todo una puesta en escena para ganar adeptos y seguidores
–aunque hay que reconocer que sí eran y son buenos músicos-. Se llegó a mencionar
que el nombre de la banda era una especie de acróstico cuyo significado era
Kids In Satan Service, algo así como Chicos al Servicio de Satán. Todo era
parte del show.
Alice Cooper, mejor
conocido como La Bruja, era famoso por su teatralidad en sus conciertos, pues
siempre simulaba que destazaba a algún animal o decapitaba a una persona con
una guillotina, como parte de un ritual. El mismo Ozzy Osbourne gustaba de
masticar roedores de utilería durante sus presentaciones, hasta que alguna vez
alguien le aventó un murciélago real y le arrancó la cabeza de un mordisco, por
lo que tuvo que ser vacunado más tarde contra la rabia.
De manera un poco más
reciente, ya en los lejanos 90’s, Brian Warner reclutó a un grupo de músicos
cuyos sobrenombres generaran controversia y escándalo. Por ejemplo, él mismo se
hizo llamar Marilyn Manson cuyo nombre era la mezcla entre el de la máxima diva
del cine, Marilyn Monroe, y el del asesino más famoso de la historia en Estados
Unidos, Charles Manson –por cierto, fallecido recientemente-; así a su
guitarrista lo hizo llamar Twiggy Ramírez, mezclando los nombres de una
singular modelo y un asesino serial. Y la fórmula pegó con tubo, pues generó
altas ventas alrededor del mundo –aunque hoy Marilyn Manson ya causa más
ternura que asombro, todo cambia-.
En la Unión Americana un
comité conformado por esposas de varios senadores creó el famoso Parents Music
Resource Center cuyo activismo en pro de los contenidos sanos en la música
logró que la industria de la grabación norteamericana, la Recording Industry
Association Of America, incluyera un aviso, un pegote, en los discos cuyo
contenido fuera considerado como nocivo para las audiencias. Dicha medida
afectó económicamente a varios grupos y artistas de rock, extendiéndose más
tarde a otros géneros como el rap y el hip hop.
El rock y su relación con
el satanismo o las fuerzas el mal siempre fueron una fórmula que le dio por
muchos años aceite a la maquinaria del espectáculo. Y no sólo el rock, también
a las estrellas del pop como Madonna, con aquellos temas y videos que
desafiaban a la iglesia católica, o ejemplos más actuales como Lady Gaga. Vaya,
en algún momento, se dijo que en México los discos de Gloria Trevi contenían
mensajes ocultos.
Lo cierto es que, por los
siglos de los siglos, en mayor o menor medida, siempre habrá voces en contra de
discos o canciones, ya seas de rock, pop, hip hop o cualquier otro género.
Mientras que el escándalo siempre será una estrategia de marketing en la
industria musical.
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EL PALOMAZO
Aquí les dejo algunos temas cuyo contenido es
supuestamente satánico y con mensajes ocultos, aunque algunos muy explícitos:
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