AL AIRE..

jueves, 21 de diciembre de 2017

En el Séptimo Día, No Descansaré

Por Divandino

En el Séptimo Día, No Descansaré

Una de las bandas de rock argentinas que influyó en el sonido y estilo de muchas otras a lo largo y ancho de latinoamerica fue, sin duda alguna, Soda Stereo. La banda formada a principio de los 80’s por tres jóvenes estudiantes de publicidad quizá nunca se imaginaron los alcances que tendrían hacia finales de esa década y la siguiente.

Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio buscaron un lugar dentro del espectro rockero de su país cuyas influencias fueron The Police, The Cure y Durán Durán: una amalgama de sonidos que le dieron un nuevo rumbo, creando una identidad propia y que catapultara, al mismo tiempo, un movimiento de rock en español, junto con bandas ibéricas y mexicanas.

Rememorar una época es vivir un poco fragmentos de la misma, flashbacks de aquellos años mozos. Y Soda Stereo es de esas agrupaciones que logra dicho cometido entre sus fans más férreos. Pero también despertó en los últimos diez o 15 años el gusto de nuevos seguidores, como cualquier joven millenial lo haría para cultivarse musicalmente escuchando a los grandes como The Beatles, Pink Floyd o Queen, por ejemplo.

SODA STEREO SÉ7IMO DÍA NO DESCANSARÉ es el espectáculo montado por la famosa compañía franco-canadiense Cirque Du Soleil. Tal como lo hiciera con la icónica banda The Beatles con el proyecto Love y con el de One de Michael Jackson, este 2017 le rinde tributo a la popular banda argentina, a través de números artísticos y circenses que le dan otra dimensión a sus más grandes temas.

Tras la muerte del insigne líder de Soda Stereo, Gustavo Cerati, se fue cocinando el proyecto por parte del propio Cirque Du Soleil junto a los integrantes de la banda Zeta Bosio y Charly Alberti, así como con familiares del finado vocalista representados por su hermana Laura Cerati. La participación del público fue determinante, pues a través de redes sociales fueron convocados para participar en el proceso creativo.

Durante este proceso, el director de la compañía, Michel Laprise, comentó  que las letras de Soda eran desafiantes e inteligentes, “muy trabajadas al igual que los acróbatas”. Por esta razón, para lograr esa inspiración, viajó el equipo de producción y, sobre todo los artistas, a la capital bonaerense e incluso a la mismísima tumba de Gustavo Cerati. Además, acercaron a sus jóvenes actores y acróbatas a los discos y fotografías de la banda.

Luego de una larga preproducción el espectáculo inició en Buenos Aires, Argentina, el 9 de marzo de este año, con mucho éxito y llenos totales. Continuó en varias ciudades de Chile, Perú, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Guatemala, Estados Unidos y México.


EL ESPECTÁCULO
Para fans de “hueso colorado” el SODA STEREO SÉ7IMO DÍA NO DESCANSARÉ no podría tener ningún detalle que lo demeritara. Y así es. Probablemente el que la historia no tenga un hilo conductor o, si lo tiene, queda un tanto inconcluso, no influye en la experiencia de vivir y revivir las canciones de Soda Stereo, de darles otra dimensión –como ya lo comentamos-.

El espectáculo es una reinvención de cada uno los éxitos de Soda. Tras presentarse en Monterrey y Guadalajara en octubre y noviembre, tocó turno a la capital mexicana y a los respectivos fans de ciudades circunvecinas, con un dejo de nostalgia por las fiestas decembrinas.


En el Palacio de los Deportes de la CDMX,  el viaje inicia con una introducción cuya voz en off nos hace que la piel se erice: “…durante años, Cerati, Zeta y Charly formaban un triángulo en el que nadie entraba, pero que ahora tú serás parte de él”, al tiempo de que suenan los primeros “riffs” del tema “En el Séptimo Día” (incluido en el fabuloso disco Canción Animal) y sale de una jaula con audífonos puestos un acróbata, representando –según Laprise- la opresión política y social que vivió Argentina en los ochenta con la dictadura militar.

Le siguen temas excepcionales de su primera etapa como “Te Hacen Falta Vitaminas” y “Mi Novia tiene Biceps”, acompañados por  un grupo de acróbatas saltando la cuerda en perfecta sincronía. En ese tenor, con la ovación al máximo, “Persiana Americana” es dibujada por un malabarista que poco brilló –en realidad- porque los fans cantaban al unísono cada una de las estrofas. Máxime que los propios artistas fungían como animadores y alentaban al canto y los aplausos.

El escenario de este recinto, vecino del otrora plaza de espectáculos Foro Sol, fue de alguna manera interactivo. Y decir de alguna manera es porque más que participar, el público de la llamada Zoom Zona tenía que moverse constantemente, con un ligero vaivén propios del “slam” de los conciertos metaleros, para dar paso a los performance que se realizaban entre el público y sus respectivos artefactos circenses.

Vale mencionar que varios chicos, que se hacían llamar “Angel eléctrico” como una de las canciones de Soda, te explicaban la dinámica de los números que se llevarían a cabo en esta Zoom Zona.

El estrado, propiamente dicho, era movible, -en el tema “Cae el Sol” se eleva alrededor de una coreografía con acróbatas vestidos con atuendos al estilo de Cerati en su concierto sinfónico- al igual que la pantalla cilíndrica que proyectaba videos y fotografías de Soda, tanto de sus giras como de momentos íntimos. La iluminación  era de “wow”, tal como exclamaba un espectador en casi todos los números durante el show del sábado 16 de diciembre.

Memorable y quizá el más asombroso número es el que se desarrolla en una pecera cuyo actor aparece sumergido con una guitarra, junto con una esbelta bailarina acuática. Ambos se mueven al compás literal de la canción “Hombre al Agua”, arrancando la atención del respetable. Lo curioso del acto es el tiempo que el hawaiano Derek Broussard deja de respirar bajo el agua durante toda la canción, pero resulta que es un especialista en apnea.

Pero qué decir de la recreación del tema “Sobredosis de TV”, en la que un hombre permanece frente a un televisor –muy vintage, por cierto-, introduciéndose en un viaje visual en la que interactúa con la pantalla misma.

Al igual que el anterior, este acto donde una artista (la ucraniana Vyra Syvorotkina) dibuja con arena representaciones visuales de “Un Millón de Años Luz”, es proyectado sobre la pantalla cilíndrica, que baja o sube según el número que corresponda. Poesía hecha espectáculo, cabecearon algunos diarios en Argentina. Mientras que la oscura y alternativa “En Remolinos”  (que corresponde al disco Dynamo, el más conceptual de Soda Stereo) se materializa casi en medio de la Zoom Zona cuando se abre una flor metálica de donde emerge una equilibrista cuya flexibilidad sorprende hasta el más incrédulo.

Uno de las canciones más íntimas compuestas por Gustavo Cerati en su etapa con la banda es “Té Para Tres”, pues representa la cercanía entre él y sus padres, las tardes en las que disfrutaban un mate -según revela el libro de Maitena Aboitiz “Cerati en Primera Persona”-. Este corte fue representado con una especie de fogón al centro y en la que se fundieron las voces de la pista y el público.

A través de una rueda acrobática, que se movía en círculos a un costado de la Zoom Zona, fue representada la canción “Signos”, con un sujeto que manipulaba dicha rueda y otro que realizaba suertes de trapecista. En tanto que, en el escenario principal y con una dinámica más que literal, pero no por ello fascinante por las acrobacias y la coreografía simultánea de los artistas, se representaban “Ella Usó Mi Cabeza Como Un Revólver y “Planta” (tracks que pertenecen al último disco de estudio Sueño Estéreo) con trapecios en forma de revólver y la personificación de una planta.

Un tema que refleja el alma de Buenos Aires es, claro, “La Ciudad de la Furia” cuya escenificación se basa en el videoclip del mismo, en donde una rejilla metálica sirve de marco para que dos acróbatas desarrollen diversos números de calistenia callejera, mientras que otro ejecuta un acto con cadenas aéreas.

“Luna Roja”, icónico tema del ya mencionado disco Dynamo, se traduce en un performance realizado por la artista de origen mexicano, Zendra Tabasco,  quien danza sin cesar en el escenario convexo y que se suspende en los aires tan solo con su cabello, a través de una vieja técnica de circo llamada Suspensión Capilar.


De acuerdo a una estupenda reseña del New York Times, el cierre del show no podría ser más pop que la coreografía desarrollada por todo el elenco, una mezcla entre el Circo Chino de Pekín y High School Musical bajo los acordes de la canción quizá más popular entre el público en general –más no de los fans, claro-: “De Música Ligera”.

Diríamos que, a pesar de la posible banalización de este último número, lo cierto es que movió las fibras del espectador. Además, porque se trató de un show para chicos, grandes y muy grandes, y que demuestra que un gran espectáculo musical se disfruta en familia.


A pesar de que este show mueve a la añoranza o a la nostalgia, es prudente recordar que Soda Stereo, sobre todo Cerati, no gustaba del pasado ni en las modas anticuadas; siempre buscaban lo innovador y lo sui géneris. Y  SODA STEREO SÉ7IMO DÍA NO DESCANSARÉ es la prueba fehaciente que la banda argentina se revitalizó, de alguna manera, con este concepto lleno de elementos y contenidos muy actuales.

EL PALOMAZO
Las canciones reseñadas no son todas, por supuesto. Sucede que casi todas son reversiones que incluyen segundos cortes; por ejemplo “Ella Usó Mi Cabeza Como Un Revolver” está mezclada con “Un Misil En Mi Placard” en un solo track. Es un mashup, pues, así como casi todos los que integran el disco alusivo al espectáculo y que se editó a mediados de este 2017.

Por aquí les dejamos algo de este magnífico espectáculo.
Una pequeña crónica en video de un par de fans y vivencias del show:

Este es uno de esos números memorables, el de “Hombre Al Agua”:

martes, 12 de diciembre de 2017

Sonidos que fluyen

Por Divandino

Cuando ciertos géneros musicales, en especial bandas o solistas, circulan dentro de lo subterráneo,  alternativo o independiente y se convierten en “populares”, muchos de sus propios fans se incomodan o los califican inmediatamente de vendidos y de alejarse de sus raíces.

El que una banda alcance éxito a nivel masivo no implica que siempre estarán entregados al llamado “mainstream” o cambien repentinamente de un rock duro a un insulso pop. Y existen ejemplos muy significativos; aunque no han renunciado del todo a su estilo, sí tratan de actualizarse y seguir ciertas tendencias para llegar a nuevas audiencias.

Actualmente vivimos en una sociedad que vive del pasado, añora “su pasado”. Los “oldies” suelen gritar a los cuatro vientos que la música “de mis tiempos”  era mejor que la actual, que ahora todo es reciclado y plastificado. Es común escuchar –o ver en una fiesta- a un clásico amante de la música ochentera bailar sin cesar “Take On Me” de A-Ha o “Tu y Yo Somos Unos Mismo” de Timbiriche –sí, de Timbiriche, hoy de gira con sus mismos éxitos-, pero dándole al reggaetón o a la música de banda.

Ustedes, amables lectores, dirán que esto se trata de gustos. Pero si critican a las bandas de rock o pop actuales y gustan de algo tan  malo como el reggaetón, pues se contradicen.

En todas las épocas han existido buenas y malas bandas o artistas, para generalizar un poco. Lo que suspiramos muchos –y me incluyo- es aquel soundtrack que musicalizó alguna etapa de tu vida o alguna muy especial.

Pero bueno, retomando el hilo original, muchas bandas, grandes bandas, hoy solo prenden al público de su época. La prueba, sobre todo, son las ochenteras o alguna que otra noventera que sigue presentándose con sus mismos éxitos y, claro, ante su público ídem. Esto no es malo, habla de éxito y presencia,  pero son agrupaciones que están destinadas al anecdotario de un grupo de adultos mayores reunidos en una fiesta familiar.

Bandas de rock como Metallica que, en sus inicios, fue mucho más pesada con su clásico disco “Master Of Puppets” de 1986, luego suavizado con su álbum negro de 1991 y regresando en los dos mil con un heavy metal más pronunciado, se han revitalizado y ha ganado más seguidores en todo el mundo.

Lo que ha logrado esta banda norteamericana es acercarse a los millenials y a generaciones aún más nuevas, sin alejarse del todo de su propuesta musical, de su estilo, vamos. Ofreciendo, por ejemplo, en los boletos para sus conciertos un plus a sus fans, una clave para bajar de internet alguno de sus éxitos o alguna versión alterna, así como un sin número de dinámicas; promocionándose, además, por casi todas las redes sociales.


Recordemos que en el pasado no tan lejano, durante el “boom” del portal de descarga musical sin costo –el famoso Napster-, Metallica fue uno de sus detractores e inundó con demandas a esta empresa precursora de plataformas como Spotify, al igual que otros artistas, razón que a la postre significaría su extinción. Hoy cambió su estrategia que alguna vez lo alejó de sus fans y le apuesta a mantener a sus seguidores de toda la vida y de ganar muchos más.

Un caso, quizá un tanto contrario al anterior, es el del grupo indie norteamericano Portugal. The Man, que de ser una banda alternativa, no tan conocida, de repente se coloca en los primeros lugares de las listas Billboard por varias semanas consecutivas con un tema muy pegajoso.


“Feel It Still” es el track que ha escalado varios peldaños, no sólo en las listas estadounidenses, sino en los charts de todo el mundo. Aquí, de ser una banda millenial, nacida en 2006 y ya con varios discos en su haber, Portugal. The Man saltó al estrellato y se puso muy de moda en públicos más heterogéneos. Valdría la pena analizar si este éxito se debe a una estrategia planificada o solo es al golpe fortuito de un “hit” comercial.

Lo importantes de todo esto es que no solamente la música vieja es mejor que la nueva, por decirlo de manera mega coloquial, sino que la música fluye y se va transformando acorde a las épocas, a las modas y a las circunstancias socioculturales. Lo bueno y lo malo es y siempre será cuestión de gustos y afinidades, así como existe el bien y el mal, el yin y el yang. Porque música buena y mala siempre existirá en todos los géneros y en todas décadas.

El Palomazo

Por aquí les dejo algo de la poderosísima banda Metallica

La sensación indie que alcanzó lo más alto del Billboard, la banda Portugal. The Man

miércoles, 6 de diciembre de 2017

El paisaje sonoro de una ciudad

Por Divandino

El paisaje sonoro de una ciudad

La pasión por la música, además de un gusto y una necesidad espiritual, se convierte en un medio de sustento para muchísima gente. Y no hablo precisamente de los grandes grupos y cantantes que integran una industria enorme, que mueve miles de millones de dólares en el mundo, sino de gente común y corriente que diariamente busca llevar el pan a su casa tocando en la calle, en el transporte público o en pequeñas fondas.

Existen historias de éxito, historias de vida dignas de un best seller o de asombro peliculesco. Tal como ha ocurrido con tantos artistas callejeros -genios del grafiti o la pantomima, por ejemplo-, que han alcanzado fama  y dinero: músicos y cantantes han triunfado teniendo como escuela y escenario la calle.

Muchas de esas promesas del canto o la música que hemos escuchado al cruzar el parque que recorremos diariamente camino al trabajo o en el autobús de regreso a casa, se han quedado en el anonimato; otros han logrado tocar en bares o restaurantes de medio pelo. Aunque otros más suelen utilizar esta forma de expresión para ganar adeptos, casos como el de U2 cuyos integrantes se disfrazaron, junto con el conductor de tv Jimmy Fallon, para despistar al transeúnte y grabar un video-gag en el metro de Nueva York; o el caso también de la banda pop Maroon Five, con algo similar y en el mismo sitio.

Ya sean guitarristas, percusionistas o multinstrumentistas, los artistas callejeros que buscan una moneda y, claro, el aplauso del incauto ciudadano, del apresurado comensal. Son esos personajes citadinos que dibujan el paisaje urbano, tanto de las grandes capitales del mundo, como de la ciudad o el pequeño pueblo.

Desde toparse en alguna calle del centro de Berlín con un cuarteto de saxofones, hasta un jamaiquino tocando su clásico “steelpan” –esa olla melódica cuyo sonido es un referente a la isla caribeña- en el Times Square de Nueva York, pasando por algún grupo de cámara tocando en el zócalo de la Ciudad de México.

Un ejemplo palpable son los que circulan en la ciudad de Xalapa, sobre todo en la zona centro. Desde el señor que toca el arpa y que recorre las fondas y restaurantes del primer cuadro, hasta los percusionistas interpretando ritmos tribales en la transitada avenida Enríquez -el corazón de la Atenas Veracruzana-, pasando por el rubio extranjero que homenajea a los grandes como Pink Floyd, The Beatles o Radiohead.

Y como el tema no es sexista, pues hay varias mujeres con una impresionante voz, que también le apuestan a la calle, bares y restaurantes, deleitando a los melómanos empedernidos que no se conforman con un cerveza o un café, sino con suaves notas; y si es de algún género predilecto del “respetable” –público- pues mucho mejor.

Qué decir de los tipos sesentones que se instalan a un costado de la catedral o cerca del palacio municipal, que, aunque no llevan del todo el compás correcto, se esfuerzan por alcanzar una moneda en el estuche de su guitarra. O, más aún, y tal vez un poco de ternura, al escuchar a un “viejito” tocando sin cesar notas desconocidas de un pequeño xilófono.

Cómo no mencionar el gran número de grupos con marimba que se instalan por todo el centro xalapeño, deleitando a algunos transeúntes y desesperando a uno que otro godín de oficina o comerciante.

En el puerto de Veracruz la cosa no dista mucho. En los famosísimos portales del zócalo y a lo largo de la emblemática avenida Independencia es muy común encontrar cantantes y músicos de todo tipo. Vaya, hasta el mismísimo Quinteto Mocambo solía apostarse al pie de las mesas en los portales, sobra decir la gran cantidad de mariachis, soneros y grupos norteños que se arremolinan como abejas al panal.

El arte callejero, en general, dibuja el paisaje visual y sonoro de cualquier ciudad, es parte del día a día y la cotidianeidad de hombres y mujeres en prácticamente todo el mundo.

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EL PALOMAZO
Algo de ese paisaje sonoro..


viernes, 1 de diciembre de 2017

El rock del averno

Por Divandino

La música es un vínculo social y una herramienta de expresión en diversos ámbitos, desde el político y cultural hasta el religioso. En particular, el rock ha sido relacionado con lo negativo, lo prohibido, lo oculto, lo políticamente incorrecto; dentro de la balanza musical, el rock es el que muchas veces ha representado lo pesado, lo vulgar, lo feo y maloliente, lo negro y lo bajo.

Si una balada armoniosa y cándida es considerada como celestial, casi casi como un coro religioso, una pieza de heavy metal es referente a una oda infernal o una retorcida canción que ahuyenta a las buenas conciencias. Aunque esto no puede generalizarse, si representa la percepción de buena parte de la población, aquella que ahora se divierte con letras que magnifican el machismo –caso reggaetón- pero se escandalizan con una simple letra de Zoé al pensar que glorifican el uso de las drogas.

Es cuestión de enfoques y, sobre todo, de gustos el que escuchen un género o un estilo diferentes entre sí. Es relativo el que la gente pueda entender de una u otra manera alguna canción, pues hoy en día una rola de “banda”  o “duranguense” puede ser más peligrosa que una de metal, por ejemplo: mientras la primera llega a glorificar a un narcotraficante o banalizar una actividad ilícita, la segunda puede hacer referencias a demonios o seres desconocidos, aunque habría que diferenciar cuál de ambos ejemplos está más cerca de la realidad.

Desde sus inicios, el rock ha sido motivo de críticas. Sus precursores, como Elvis Presley, Little Richard o Jerry Lee Lewis, eran acusados y señalados por hacer apología del desenfreno y las bajas pasiones; por ejemplo, Elvis escandalizó a las mamás de las jovencitas en los 50’s tan solo por su contoneo de caderas y sus letras –decían- muy sensuales.

Grandes íconos internacionales como The Rolling Stones han dado de qué hablar en esta mentada relación del rock y las fuerzas oscuras. Su álbum Their Satanic Majestic Request (Al Servicio de sus Satánicas Majestades) –de ahí el mote con que suele llamársele a esta banda longeva-, así como su clásico “Sympathy for the Devil” (Simpatía por el Diablo) lograron grandes ventas pero también su fama de satánicos. Incluso sus guardaespaldas fueron ni más ni menos que los no menos perversos integrantes de la pandilla Hell’s Angels.

El clásico de clásicos del rock “Stairway to Heaven” de Led Zeppelin fue señalada en su momento como una canción que contenía mensajes satánicos ocultos. Su guitarrista insigne, Jimmy Page, tenía fama de ser amante de la ouija –ese jueguito que despertó al espíritu maligno en El Exorcista y demás cintas de terror- y de que vivió en una casa que había pertenecido al mago satánico Aleister Crowley en Escocia, cerca del mítico Lago Ness.

Ya que mencionamos a este oscuro personaje de principios del siglo XX –que más que un mago siempre fue tildado de pervertido y enfermo mental-, el vocalista de Black Sabbath, Ozzy Osbourne, le dedicó el tema “Mr. Crowley”, ganándose el repudio de los grupos conservadores y religiosos.

The Beatles, esas máximas figuras de la música de todos los tiempos, tampoco pasaron desapercibidos en este tufo maligno del rock. Tras su viaje a la india con sus respectivas experiencias con gurúes y luego de sacar al mercado su disco The White Album, el cuarteto fue señalado de incluir en los temas de este disco mensajes provenientes del mismísimo infierno.

AC-DC es otra de las bandas de metal que también atizó la inquietud y molestia de los círculos puritanos de la sociedad, sobre todo la norteamericana. Su hit “Highway to Hell” ganó muchos seguidores a la banda en todo el mundo y otros tantos detractores que no le hicieron mella a su éxito; en los conciertos la rola era escenificada con un disfraz con cuernos y cola, imitando al malvado patas de cabra, por parte de su guitarrista Angus Young.

La banda del llamado black metal, Venom, tenía temas muy explícitos en sus discos como “Aliados de Satán” o “Bienvenido al Infierno”. Cuentan los enterados, que en alguna ocasión les fue prohibida la entrada a Estados Unidos debido a los reclamos insistentes de grupos cristianos. Por cierto, estos mismos grupos trataron de censurar el clásico álbum de Iron Maiden The Number of the Beast –o el Número de la Bestia-.

Tras el éxito de Iron Maiden con ese polémico álbum, provocado por el escándalo del supuesto satanismo, otras bandas del género como Twisted Sister, Mötley Crue y Ronnie James Dio, trataron de generar el mismo efecto a través de temas que se relacionaban con las fuerzas malignas y con portadas muy sugerentes.


Que decir de Kiss, esa banda que basó su éxito en sus rostros maquillados, los vómitos de sangre y una lengua extra larga, todo una puesta en escena para ganar adeptos y seguidores –aunque hay que reconocer que sí eran y son buenos músicos-. Se llegó a mencionar que el nombre de la banda era una especie de acróstico cuyo significado era Kids In Satan Service, algo así como Chicos al Servicio de Satán. Todo era parte del show.

Alice Cooper, mejor conocido como La Bruja, era famoso por su teatralidad en sus conciertos, pues siempre simulaba que destazaba a algún animal o decapitaba a una persona con una guillotina, como parte de un ritual. El mismo Ozzy Osbourne gustaba de masticar roedores de utilería durante sus presentaciones, hasta que alguna vez alguien le aventó un murciélago real y le arrancó la cabeza de un mordisco, por lo que tuvo que ser vacunado más tarde contra la rabia.


De manera un poco más reciente, ya en los lejanos 90’s, Brian Warner reclutó a un grupo de músicos cuyos sobrenombres generaran controversia y escándalo. Por ejemplo, él mismo se hizo llamar Marilyn Manson cuyo nombre era la mezcla entre el de la máxima diva del cine, Marilyn Monroe, y el del asesino más famoso de la historia en Estados Unidos, Charles Manson –por cierto, fallecido recientemente-; así a su guitarrista lo hizo llamar Twiggy Ramírez, mezclando los nombres de una singular modelo y un asesino serial. Y la fórmula pegó con tubo, pues generó altas ventas alrededor del mundo –aunque hoy Marilyn Manson ya causa más ternura que asombro, todo cambia-.

En la Unión Americana un comité conformado por esposas de varios senadores creó el famoso Parents Music Resource Center cuyo activismo en pro de los contenidos sanos en la música logró que la industria de la grabación norteamericana, la Recording Industry Association Of America, incluyera un aviso, un pegote, en los discos cuyo contenido fuera considerado como nocivo para las audiencias. Dicha medida afectó económicamente a varios grupos y artistas de rock, extendiéndose más tarde a otros géneros como el rap y el hip hop.

El rock y su relación con el satanismo o las fuerzas el mal siempre fueron una fórmula que le dio por muchos años aceite a la maquinaria del espectáculo. Y no sólo el rock, también a las estrellas del pop como Madonna, con aquellos temas y videos que desafiaban a la iglesia católica, o ejemplos más actuales como Lady Gaga. Vaya, en algún momento, se dijo que en México los discos de Gloria Trevi contenían mensajes ocultos.

Lo cierto es que, por los siglos de los siglos, en mayor o menor medida, siempre habrá voces en contra de discos o canciones, ya seas de rock, pop, hip hop o cualquier otro género. Mientras que el escándalo siempre será una estrategia de marketing en la industria musical.

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EL PALOMAZO
Aquí les dejo algunos temas cuyo contenido es supuestamente satánico y con mensajes ocultos, aunque algunos muy explícitos:




Radiolaria Vol. 1

El periodista musical  Luis Carrillo, quien ha entrevistado en las últimas dos décadas a más de 200 artistas y bandas musicales, entre ellos...