AL AIRE..

viernes, 13 de octubre de 2017

El concierto más emotivo de U2

La Libélula
Por Divandino


Un cielo gris, oscuro, más bien como el grafito de los lápices; era el color de las nubes amenazantes a la entrada del Foro Sol, que se encuentra dentro del Autódromo Hermanos Rodríguez, en la golpeada CDMX por los recientes temblores del 7 y 19 de septiembre. Todo indicaba que en cuestión de minutos caería un aguacero torrencial; y no era para menos, las semanas previas habían sido bastante lluviosas.

Eran cerca de las 4 de la tarde y los accesos al recinto aún no abrían. Y ya nos explicaban a los que esperábamos soportando un poco de viento, que el ingreso sería en unos minutos, esperando que en otra de las entradas desahogara el paso de largas filas hacia el interior del Foro.

Veinte minutos después, junto con mi cómplice en estas aventuras musicales de conciertos y festivales -o sea, mi esposa- ingresamos por el largo pasillo y pasar después por las bandas donde te checan tu boleto y la respectiva revisión policiaca, por si llevas una bomba o un kilo de coca. Amable la gente de seguridad, eso sí.

Antes de ingresar por uno de los accesos a “gayola” -era la cuarta vez que veía a esta banda, las anteriores habían sido en pista y en palco, no había problema- checamos los souvenirs oficiales y no oficiales, aunque sea “un vasito y una playera del evento” nos llevamos.

Por fin, ingresamos a nuestra zona asignada, ya con un hambre feroz, degustamos unas deliciosas hamburguesas y unos ricos esquites; midiendo un poco nuestra ingesta porque habría que estar preparado para las famosas “chelas de 100 varitos o más”.

Conversando y checando el playlist de otros conciertos de la banda, pensamos que no distaría mucho del recital que veríamos en un rato más.

No es muy común, pero en lo personal esperaba mucho la presentación del grupo telonero, que en esta ocasión sería el ex Oasis y malhumorado Noel Gallagher, con su High Flying Birds.

Ya dentro del Foro Sol, en lo alto de una de las gradas, sentimos un viento un poco helado y que, según yo, fue lo que disipó las nubes amenazantes y dejó ver una brillante y misteriosa luna -esas famosas lunas de octubre-.

Haciendo ejercicios visuales, tratando de evitar un enorme tubo-soporte, pudimos acomodarnos para tener un ángulo decente.

Casi a las 19:30 aparece el grupo abridor. Es, como ya lo había comentado, el respetado, admirado y odiado Noel Galagher y su banda, interpretando sus éxitos como solista, entre ellos “In The Hear Of The Moment” -quedó a deber la magnífica “Ballad Of The Mighty I” y, claro, las inolvidables de su etapa con Oasis como “Wonderwall” “Champagne Supernova”y “Don’t Look Back In Anger”.

Es una de las pocas veces que disfruto al telonero. Y tal parece que al adolescente que estaba frente a nosotros también: un chavo de escasos 17 años, vistiendo -era de los contaditos- que llevaba una playera estampada con el logo de Noel Gallagher’ High Flying Birds, extasiado con cada tema del ex Oasis; siempre acompañado de su padre cincuentón y presto para las selfies intermitentes y siempre esperando con ansias -como su servilleta y esposa- a la banda estelar.

Concluye Noel Gallagher y su banda, luciendo una chamarra con la leyenda “Mexico Is The Shit”, una leyenda que lejos de ofensiva, resulta una frase de coraje y orgullo –a decir de su creador Anuar Layón, quiere decir “México es Chingón”-.

Inicia un largo intermedio de casi una hora, mientras degustamos las famosas bebidas amargas y palomitas de maíz, a lo lejos no dejo de observar el magno recinto hecho un templo del rock y de la música en general, abarrotado por más de 65 mil almas.

Suena de fondo un buen hit de la banda indie Arcade Fire, al tiempo que se puede apreciar la megapantalla rectangular, ya con la silueta dibujada de un árbol endémico de los desiertos de Colorado, en Estados Unidos, una especie de cactosa con la que U2 bautizó a uno de sus mejores discos, The Joshua Tree, editado en 1997.

Era la cuarta ocasión en las que vería a Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. Si, una de mis mejores bandas del planeta tendría un ritual más con su público mexicano. The Joshua Tree Tour, su más reciente gira con la que conmemoraba el 30 aniversario del disco homónimo.

Se apagan las luces y suena un tema en segundo plano, y no precisamente de la banda irlandesa: “The Whole Of The Moon” de The Waterboys. Tal como se presentaron con su gira 360 en el estadio Azteca con el tema de fondo “Space Oddity” de David Bowie, esta noche fresca en el Foro Sol lo hacían con el legendario tema de sus coterráneos.

U2 abría su segundo concierto con el mismo setlist de la noche anterior: arrancando con sus éxitos memorables, sobre todo de los 80, como “Sunday Bloody Sunday”, “New Year’s Day” o “Pride (In The Name Of Love)”.

Tras repetidos mensajes con un atropellado pero entendible español, Bono hacía referencia a los recientes hechos trágicos en México tras los sismos del 7 y 19 de septiembre, mencionando a cada uno de los estados de la República afectados; una arenga de solidaridad, fe y esperanza al unísono para los damnificados y para el pueblo en general. Minutos antes, el respetable había entonado, a manera de encore previo a la salida del grupo, el emotivo “Cielito Lindo”.

“México ha pasado por unas semanas difíciles y por eso les agradecemos que estén aquí”. “Estamos honrados de estar con ustedes y queremos serle útiles. También queremos tener una noche épica de rock and roll donde podamos dejar atrás todo..”

Recordemos que los irlandeses, a través de una asociación civil, donaron 2 mil refugios temporales para 10 mil personas afectadas por los terremotos de septiembre.

Luego de interpretar los primeros temas, el ambiente generó la alegría y el llanto de muchos: los sentimientos a flor de piel provocados por las palabras de Bono y los acordes de The Edge, aunado al brote de nostalgia y melancolía en el público, propios de cuando escuchas “música de mis tiempos” – dirían los cincuentones y sesentones-.

A continuación, la banda tocó en su totalidad el mítico The Joshua Tree, desde “Where The Street Have No Name” -híjole, ahí con la famosa lágrima de Remi, era mucha la emoción- hasta la última del disco “Mothers Of The Disappeared”, pasando por la entrañable “With Or Without You” y la poderosa “Bullet The Blue Sky”.


Que cantidad de fans se daban cita en el Foro Sol, cantando todas las rolas del The Joshua Tree. Volteaba para un lado, volteaba para otro, y las voces pronunciaban cada estrofa y cada estribillo; un grupo de cuarentones que se encontraban atrás, a lo mejor con un inglés muy bizarro, pero desgarraban sus gargantas cantando cada uno de los temas de los irlandeses.

Pasado el primer éxtasis, como si hubieses subido a una montaña rusa, vino una segunda escalada sensorial, cuando vinieron temas un poco más recientes, con los que la generaciones del Grunge y alguno que otro millenial se identificaba: “The Beautiful Day”, “Vértigo” y “Elevation”, pasando por canciones de otro gran disco (Achtung Baby) como “One” y “Ultraviolet”.

El sello característico de este concierto, en comparación a otros de U2, fue el nivel de emotividad. Y uno de estos instantes, precisamente, fue el que se dio cuando la banda interpretaba “Ultraviolet”, haciendo alusión al poder que representan las mujeres en el mundo, al tiempo que en la megapantalla se proyectaban imágenes de féminas cuyas vidas han representado triunfos y luchas en distintos ámbitos.

Pero el momento crucial que devino en una ovación uniforme, fue cuando se proyectaron imágenes de mujeres mexicanas, artistas y pensadoras, que incluían rostros que iban de una Frida Khalo a una Sor Juana Inés de la Cruz y de una Rosario Castellanos a una Carmen Aristegui -sorprendida y halagada se mostró horas más tarde la periodista en sus redes sociales-.

Cerca del final del concierto, U2 interpretó uno de sus más recientes sencillos “You’re The Best Thing About Me”, primero de su próximo disco. Tema que realmente pasó desapercibido, sin mucho “punch” –a decir de muchos críticos musicales- y opacado por el torbellino de éxitos que tocaron esta noche.

U2 cerró el segundo concierto con el tema “The Sweetest Thing” y con él se va la esperanza de ver una vez más a esos cuatro jinetes, cual representantes de los puntos cardinales, y experimentar esa anestesia  auditiva de 140 minutos.

Prestos, un servidor y mi esposa, bajamos lenta y ordenadamente las escaleras de esas gradas aún iluminadas, y salimos del Foro Sol rumbo a nuestro transporte de regreso. Una aventura más, un concierto especial, una buena costumbre para un melómano de corazón.

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EL PALOMAZO
La banda irlandesa aprovechó su estancia en la Ciudad de México para grabar el video de su próximo single, “Song Of Experience, Get Out On Your Own Way. Todo su staff ambientó la azotea de un edificio en la zona centro con motivos del folclor mexicano. Todo bajo la dirección del extraordinario artista conceptual Anton Corbjin. Además, sus presencaciones del 3 y 4 de octubre quedaron registradas para lanzar, probablemente el próximo año, un DVD para todos los fans. Ya existe un testimonio visual de su gira Pop Mart de 1997 en el país.

Aquí un pequeño fragmento del concierto:

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