La
Libélula
Por Divandino
Un cielo gris,
oscuro, más bien como el grafito de los lápices; era el color de las nubes
amenazantes a la entrada del Foro Sol, que se encuentra dentro del Autódromo
Hermanos Rodríguez, en la golpeada CDMX por los recientes temblores del 7 y 19
de septiembre. Todo indicaba que en cuestión de minutos caería un aguacero
torrencial; y no era para menos, las semanas previas habían sido bastante
lluviosas.
Eran cerca de las
4 de la tarde y los accesos al recinto aún no abrían. Y ya nos explicaban a los
que esperábamos soportando un poco de viento, que el ingreso sería en unos
minutos, esperando que en otra de las entradas desahogara el paso de largas filas
hacia el interior del Foro.
Veinte minutos
después, junto con mi cómplice en estas aventuras musicales de conciertos y
festivales -o sea, mi esposa- ingresamos por el largo pasillo y pasar después
por las bandas donde te checan tu boleto y la respectiva revisión policiaca,
por si llevas una bomba o un kilo de coca. Amable la gente de seguridad, eso
sí.
Antes de ingresar
por uno de los accesos a “gayola” -era la cuarta vez que veía a esta banda, las
anteriores habían sido en pista y en palco, no había problema- checamos los
souvenirs oficiales y no oficiales, aunque sea “un vasito y una playera del
evento” nos llevamos.
Por fin,
ingresamos a nuestra zona asignada, ya con un hambre feroz, degustamos unas
deliciosas hamburguesas y unos ricos esquites; midiendo un poco nuestra ingesta
porque habría que estar preparado para las famosas “chelas de 100 varitos o más”.
Conversando y
checando el playlist de otros conciertos de la banda, pensamos que no distaría
mucho del recital que veríamos en un rato más.
No es muy común,
pero en lo personal esperaba mucho la presentación del grupo telonero, que en
esta ocasión sería el ex Oasis y malhumorado Noel Gallagher, con su High Flying
Birds.
Ya dentro del
Foro Sol, en lo alto de una de las gradas, sentimos un viento un poco helado y
que, según yo, fue lo que disipó las nubes amenazantes y dejó ver una brillante
y misteriosa luna -esas famosas lunas de octubre-.
Haciendo
ejercicios visuales, tratando de evitar un enorme tubo-soporte, pudimos acomodarnos
para tener un ángulo decente.
Casi a las 19:30
aparece el grupo abridor. Es, como ya lo había comentado, el respetado,
admirado y odiado Noel Galagher y su banda, interpretando sus éxitos como
solista, entre ellos “In The Hear Of The Moment” -quedó a deber la magnífica “Ballad
Of The Mighty I” y, claro, las inolvidables de su etapa con Oasis como
“Wonderwall” “Champagne Supernova”y “Don’t Look Back In Anger”.
Es una de las
pocas veces que disfruto al telonero. Y tal parece que al adolescente que
estaba frente a nosotros también: un chavo de escasos 17 años, vistiendo -era
de los contaditos- que llevaba una playera estampada con el logo de Noel
Gallagher’ High Flying Birds, extasiado con cada tema del ex Oasis; siempre
acompañado de su padre cincuentón y presto para las selfies intermitentes y
siempre esperando con ansias -como su servilleta y esposa- a la banda estelar.
Concluye Noel
Gallagher y su banda, luciendo una chamarra con la leyenda “Mexico Is The
Shit”, una leyenda que lejos de ofensiva, resulta una frase de coraje y orgullo
–a decir de su creador Anuar Layón, quiere decir “México es Chingón”-.
Inicia un largo
intermedio de casi una hora, mientras degustamos las famosas bebidas amargas y
palomitas de maíz, a lo lejos no dejo de observar el magno recinto hecho un
templo del rock y de la música en general, abarrotado por más de 65 mil almas.
Suena de fondo un
buen hit de la banda indie Arcade Fire, al tiempo que se puede apreciar la
megapantalla rectangular, ya con la silueta dibujada de un árbol endémico de
los desiertos de Colorado, en Estados Unidos, una especie de cactosa con la que
U2 bautizó a uno de sus mejores discos, The Joshua Tree, editado en 1997.
Era la cuarta
ocasión en las que vería a Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. Si,
una de mis mejores bandas del planeta tendría un ritual más con su público
mexicano. The Joshua Tree Tour, su más reciente gira con la que conmemoraba el
30 aniversario del disco homónimo.
Se apagan las
luces y suena un tema en segundo plano, y no precisamente de la banda
irlandesa: “The Whole Of The Moon” de The Waterboys. Tal como se presentaron
con su gira 360 en el estadio Azteca con el tema de fondo “Space Oddity” de
David Bowie, esta noche fresca en el Foro Sol lo hacían con el legendario tema
de sus coterráneos.
U2 abría su
segundo concierto con el mismo setlist de la noche anterior: arrancando con sus
éxitos memorables, sobre todo de los 80, como “Sunday Bloody Sunday”, “New Year’s
Day” o “Pride (In The Name Of Love)”.
Tras repetidos
mensajes con un atropellado pero entendible español, Bono hacía referencia a
los recientes hechos trágicos en México tras los sismos del 7 y 19 de
septiembre, mencionando a cada uno de los estados de la República afectados;
una arenga de solidaridad, fe y esperanza al unísono para los damnificados y
para el pueblo en general. Minutos antes, el respetable había entonado, a
manera de encore previo a la salida del grupo, el emotivo “Cielito Lindo”.
“México ha pasado
por unas semanas difíciles y por eso les agradecemos que estén aquí”. “Estamos
honrados de estar con ustedes y queremos serle útiles. También queremos tener
una noche épica de rock and roll donde podamos dejar atrás todo..”
Recordemos que los
irlandeses, a través de una asociación civil, donaron 2 mil refugios temporales
para 10 mil personas afectadas por los terremotos de septiembre.
Luego de
interpretar los primeros temas, el ambiente generó la alegría y el llanto de muchos:
los sentimientos a flor de piel provocados por las palabras de Bono y los acordes
de The Edge, aunado al brote de nostalgia y melancolía en el público, propios
de cuando escuchas “música de mis tiempos” – dirían los cincuentones y
sesentones-.
A continuación,
la banda tocó en su totalidad el mítico The Joshua Tree, desde “Where The
Street Have No Name” -híjole, ahí con la famosa lágrima de Remi, era mucha la
emoción- hasta la última del disco “Mothers Of The Disappeared”, pasando por la
entrañable “With Or Without You” y la poderosa “Bullet The Blue Sky”.
Que cantidad de
fans se daban cita en el Foro Sol, cantando todas las rolas del The Joshua
Tree. Volteaba para un lado, volteaba para otro, y las voces pronunciaban cada
estrofa y cada estribillo; un grupo de cuarentones que se encontraban atrás, a
lo mejor con un inglés muy bizarro, pero desgarraban sus gargantas cantando
cada uno de los temas de los irlandeses.
Pasado el primer
éxtasis, como si hubieses subido a una montaña rusa, vino una segunda escalada
sensorial, cuando vinieron temas un poco más recientes, con los que la
generaciones del Grunge y alguno que otro millenial se identificaba: “The
Beautiful Day”, “Vértigo” y “Elevation”, pasando por canciones de otro gran
disco (Achtung Baby) como “One” y “Ultraviolet”.
El sello
característico de este concierto, en comparación a otros de U2, fue el nivel de
emotividad. Y uno de estos instantes, precisamente, fue el que se dio cuando la
banda interpretaba “Ultraviolet”, haciendo alusión al poder que representan las
mujeres en el mundo, al tiempo que en la megapantalla se proyectaban imágenes
de féminas cuyas vidas han representado triunfos y luchas en distintos ámbitos.
Pero el momento
crucial que devino en una ovación uniforme, fue cuando se proyectaron imágenes
de mujeres mexicanas, artistas y pensadoras, que incluían rostros que iban de
una Frida Khalo a una Sor Juana Inés de la Cruz y de una Rosario Castellanos a
una Carmen Aristegui -sorprendida y halagada se mostró horas más tarde la
periodista en sus redes sociales-.
Cerca del final
del concierto, U2 interpretó uno de sus más recientes sencillos “You’re The
Best Thing About Me”, primero de su próximo disco. Tema que realmente pasó
desapercibido, sin mucho “punch” –a decir de muchos críticos musicales- y
opacado por el torbellino de éxitos que tocaron esta noche.
U2 cerró el
segundo concierto con el tema “The Sweetest Thing” y con él se va la esperanza
de ver una vez más a esos cuatro jinetes, cual representantes de los puntos
cardinales, y experimentar esa anestesia
auditiva de 140 minutos.
Prestos, un
servidor y mi esposa, bajamos lenta y ordenadamente las escaleras de esas
gradas aún iluminadas, y salimos del Foro Sol rumbo a nuestro transporte de
regreso. Una aventura más, un concierto especial, una buena costumbre para un
melómano de corazón.
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EL PALOMAZO
La banda
irlandesa aprovechó su estancia en la Ciudad de México para grabar el video de
su próximo single, “Song Of Experience, Get Out On Your Own Way. Todo su staff
ambientó la azotea de un edificio en la zona centro con motivos del folclor
mexicano. Todo bajo la dirección del extraordinario artista conceptual Anton
Corbjin. Además, sus presencaciones del 3 y 4 de octubre quedaron registradas
para lanzar, probablemente el próximo año, un DVD para todos los fans. Ya
existe un testimonio visual de su gira Pop Mart de 1997 en el país.
Aquí un pequeño
fragmento del concierto: