La Libélula
Por Divandino

El verano es cuando la mayoría de
vacacionistas deciden tomar un retiro para el descanso, el solaz y el
entretenimiento; la época en que las actividades lúdicas favoritas tienen mayor
apogeo y son más socorridas. Finalmente es una breve pausa de la actividad
cotidiana, del estrés laboral o de las tareas escolares. Vacaciones, pues.
Viajemos un poco en el tiempo y aterricemos
en San Francisco, California (Estados Unidos), quizá tomando el sol y observar
la caravana interminable de personas, jóvenes en su mayoría entre los 17 y los
35 años, todos con un mismo propósito: proclamar a los cuatro vientos el “Amor
y Paz”. Era una especie de horda que acudía al llamado anti gobierno,
ecologista, fumando hierba y otras drogas.
Es el verano de 1967, el llamado Verano del
Amor. El término fue acuñado por el periódico San Francisco Chronicle al publicar una nota sobre los
acontecimientos del barrio de Haight-Ashbury: lugar al que llegaron alrededor
de 100 mil jóvenes con ánimos de salirse del sistema, disfrutar de buena música
o simplemente para matar el aburrimiento.
Y en efecto así fue. Una multitud de jóvenes
invadieron literalmente San Francisco, que se convirtió en el epicentro de todo
un movimiento, para sumarse a una
llamada revolución cultural: se oponían a la guerra de Vietnam, al sistema de
gobierno y a la forma tradicional en las que se mantenían cuestiones como el
sexo y el medio ambiente.
En esta ciudad y otras a su alrededor
existieron comunas donde la idea era compartir todo y vivir de la naturaleza,
básicamente era la cultura “hippie”. Era tal esa invasión a la zona que el
gobierno local se vio obligado a detener la llegada de más jóvenes, no solo de
estados norteamericanos, sino de otros países, pues los servicios públicos
empezaban a ser insuficientes.
Pero no todo fue armonía y felicidad. Muchos
veteranos aseguran que aquello fue una avalancha de curiosos y almas perdidas,
que arrasó con la comunidad del barrio de Haight-Ashbury, que se extendió por
la ciudad y sus alrededores. Entraron las drogas más duras como el LSD y la
heroína, se dispararon las violaciones y las enfermedades de transmisión
sexual; con ello aumentó la presión policial.
No todo sería color de rosa, pero sí te
encontrarías una multitud con rosas en el cabello de todo Norteamérica
siguiendo nuevas aspiraciones y una gran comunión, como dice el clásico de
Scott MacKenzie “San Francisco”, un tema icónico del movimiento hippie.

Curiosamente o de manera fortuita, ese verano
escenificaba lo que The Beatles proyectaban con su disco “Sgt. Peppers’s Lonely
Hearts Club Band” o lo que predicaba la banda Greatful Dead con sus llamados a
la unidad solidaria y al no materialismo; ese verano cambió la historia del
rock y de la sociedad de aquella época.
En ese momento se vivió una utopía que, a 50
años, se visualizó del 16 al 18 de junio de aquel 1967 con la realización del Monterey Pop Festival –Monterey,
población ubicada al sur de San Francisco-, al que acudieron más de 50 mil
personas y que es considerado como el precursor del Woodstock del 69 y de todos
los demás. Figuras como Janis Joplin –la llamada la “Bruja Cósmica”-, Jimi
Hendrix y The Who hacían su primera aparición masiva.
En este festival tocaron bandas de pop, rock
y folk, básicamente, entre las que destacaban Greatful Dead, Buffalo
Springield, The Mamas & The Papas, The Steve Miller Band, Canned Heat, Jefferson Airplane y Ravi Shanka, entre otras.
El Verano del Amor o Summer Of Love giró en
torno a la música y a los conciertos al aire libre. Los conciertos, tal como
los conocemos hoy en día, tienen o tratan de mantener ese espíritu de libertad,
de irreverencia y, sobre todo, de armonía en torno a la música, en torno al
rock. Sin embargo, sigue siendo una utopía viviente.
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PALOMAZO
Por aquí les dejo el clásico mencionado
de Scott MacKenzie cuyo verdadero nombre era Philip Wallach Blondheim, fallecido en 2012.
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