La Libélula
Por Divandino
Dice
el adagio popular que “de lo bueno se da poco”, y en el mundo del rock y la
música en general queda como anillo al dedo. Década tras década han surgido
verdaderos genios, músicos y solistas, que han impuesto modas y estilos; sobre
todo, luminarias del espectáculo que han marcado toda una historia, así haya
sido breve.
Sin
embargo, estas “deidades terrenales” han sido seres humanos, con todo lo que
esto implica: llenos de errores y virtudes, que muchas veces, y
contradictoriamente, sus errores y sus desgracias personales alimentaron esa
musa que los hizo crear obras exitosas y monumentales que perdurarán por mucho tiempo.
Este
es el caso concreto de la británica Amy Winehouse cuyo éxito se basó en sus
problemas existenciales y en sus consecuentes excesos. ¿Y por qué precisamente
en su desgracia interna? Porque,
mientras más se hundía en su depresión, en su alcoholismo, en su drogadicción y
en su bulimia, más alimentaba su creatividad y su desenfrenada lírica. Aunque,
si es todo exceso, el éxito fue breve y doloroso.
La
chica veinteañera, con un singular peinado alto -llamado beehive,
que significa panal de abejas-, solía decir que “necesito tener
problemas para sentir mi fuerza creativa”. Dicha frase solo era una muestra de
su personalidad autodestructiva, así como otras figuras que fallecieron a la
fatídica edad de 27 años –esa llamada edad maldita del rock-, como Kurt Cobain,
JIm Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix y Brian Jones, solo por mencionar a
los más famosos.
Amy
Jade Winehouse nació un 14 de septiembre de 1983 en el seno de una familia de
clase media en Londres. Su infancia y, en cierta manera, su afición por el
arte, fue influenciada por su padre; quien de ser la figura impoluta para
aquella pequeña, se desmoronó una vez que descubrió la infidelidad hacia su
madre.

En
sus tempranos 16 conoce a quien sería su representante hasta los últimos días de
su carrera, a Nick Godwyn, gracias a un casting que consiguió su novio de
aquella época. Su talento vocal era tal que logró llegar a Miami, en Estados
Unidos, con el productor de la banda de soul y hip hop Fugees, Salaam Remi. Y
es que su voz era educada, no desafinaba, medía sus tiempos con precisión;
vaya, difícilmente se equivocaba.
En
2004 saca su primer disco titulado Frank,
en honor ni más ni menos que a Frank Sinatra, el cual le trae un éxito notable,
sobre todo económico, pues compró un piso completo en el bohemio barrio
londinense de Candem. Es ahí donde, teniendo una relación aún con su antiguo
novio Tyler y simultáneamente con otro amigo íntimo, conoce a quien sería el
amor de su vida y un factor fundamental de su temprano fin: Blake Fielder-Civil .

Aunque
en su adolescencia era relativamente rellenita, con el paso de los años, Amy
alternó severos periodos padeciendo anorexia y bulimia, bebiendo prácticamente
todos los días. Vivía en la fiesta y el reventón de manera permanente.
Paradójicamente,
mientras más demacrada lucìa y con seis tallas menos, el talento de cantante
británica crecía como la espuma.
Back To Black, su segundo álbum
producido por Mark Ronson –otro de sus amigos cercanos-, fue triple disco de
platino, con los ya clásicos “Rehab” y “You Know I’m No Good”, extraordinarios
temas con cierto aire Motown –disquera que en los 70’s difundió un amplio
catálogo de música afroamericana-. Obtuvo un MTV Music Award y 5 de los 6
premios Grammy del 2008.
Sin
embargo, tras el rotundo éxito, la vida personal de Amy Winehouse vendría en
detrimento. Por ejemplo, en 2007 llegó a presentarse completamente borracha en
una de las presentaciones de su gira europea, vomitando al terminar el primer
tema. Un desastre. Tras romper por un tiempo con su novio Blake Fielder, cayó
en una muy severa depresión, situación que su representante alertó a los
padres, con pocos resultados positivos. De ese rompimiento nació la
inspiración, precisamente, para el multipremiado Back To Black.
Y es
que antes de conocer a este individuo, comentan los medios ingleses, que Amy
era una joven más o menos sana, pues bebía y fumaba como cualquier londinense,
pero al relacionarse con él vivió un intenso romance atado por la pasión, el
dinero y, sobre todo, las drogas.
En
sus francachelas, la joven diva llegaba a gastarse 700 euros o incluso más.
Estaba al borde del precipicio y todo mundo lo sabía. La familia de la cantante
logró que pidiera el divorcio a Blake, estando este en prisión en 2009; ella se
interna en una clínica para rehabilitarse y comenzar así nuevos proyectos.
Entre 2010 y 2011 estuvo entrando y saliendo de dicha rehabilitación, parecía
que todo mejoraba.
Un
23 de julio de 2011, a los 27 años, Amy Winehouse fue encontrada muerta en su
departamento en Londres. La autopsia reveló que había ingerido más de tres
botellas de vodka, hecho que la introdujo al coma que le causó la muerte.
Su
último trabajo de estudio fue a lado del reconocido y legendario cantante Tony
Bennet en uno de sus discos de dúos, quien siempre creyó que Amy estaba en el
camino correcto de la música, con un talento excepcional.
Es
en diciembre de ese 2001 que sale a la venta su álbum póstumo Lioness: Hidden Treasures, un compilado
de covers y temas inéditos grabados desde 2002.
Sin
duda, la vida de Amy Winehouse fue breve y exitosa, intensa y tormentosa. Quizá
un desastre como persona, pero un valor como artista.
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EL PALOMAZO
LADO
A:
Si
quieres saber más sobre la trágica historia de la cantante inglesa, te
recomiendo el documental Amy, lo
puedes encontrar en Netflix.
LADO
B:
Por
aquí les dejo este cover extraordinario del clásico del bossa nova “The Girl Of
Ipanema” –o “La Chica de Ipanema”- que
grabó Amy Winehouse. Una delicia, por decir lo menos.