La Libélula
Por Divandino

En
la mayoría de los deportes, en un encuentro de futbol, beisbol, rugby, basquetból,
futbol americano, entre muchos otros, las porras o los espectáculos de medio
tiempo están amenizadas por canciones que identifican tanto al equipo como a la
afición; canciones que se hacen propias para celebrar una victoria, como el “We
are the Champios” de Queen o el caso del “Cielito Lindo” con la selección
mexicana de futbol, incluso los himnos nacionales de cualquier país se
convierten en la identidad deportiva. Vaya, hasta la choteadísima “ Tiburón”
del grupo Proyecto Uno se lo apropio la afición de los Tiburones Rojos del
Veracruz.
Para
ser más precisos, el rock y el futbol han tenido a lo largo de los años una
relación indisoluble: los músicos que son hinchas y viceversa. Ejemplos de esta
dicotomía lúdica sobran, no solo en el rock sino en cantantes o músicos de
otros géneros. Es una relación donde el elemento central es la pasión.
Pocos
son los futbolistas que han conseguido subirse a un escenario para tocar con
una banda -aunque a veces ha ocurrido tan solo para el “palomazo”-,
regularmente ocurre todo lo contrario, pues son los músicos los que bajan al
terreno de juego, aunque sea para una “cascarita”. La crónica musical relata
que la leyenda del rock progresivo Pink Floyd formó su propia escuadra de futbol
cuyos integrantes eran ellos mismos.
Cuenta
una anécdota -que, por cierto, terminó en tragedia- que el buen amo del reggae
Bob Marley, como amante del balón, en cada ciudad donde se presentaba
organizaba partidos con la prensa local para disfrutar de su deporte favorito y
convivir con sus fans. Comentan que en una de esas “retas”, en 1978 y al calor
del juego, un reportero pisó el dedo de uno de sus pies accidentalmente al
músico jamaiquino; una clínica le detectó un melanoma maligno y recomendaron su
amputación. Sin embargo, no lo hizo, pues su religión rastafari prohibe
eliminar partes del cuerpo, lo que le costó la vida. Un par de años después,
mientras corría en un parque de Nueva York, se desmayó y los médicos
diagnosticaron que la infección había hecho metástasis en el hígado, estómago,
pulmones y cerebro. Por no amputarse ese dedo pisoteado, Marley falleció poco
después.
La
pasión futbolera la viven intensamente los músicos británicos. Elton John, por
ejemplo, llegó a ser jugador de las categorías menores del club Watford, del
cual se convirtió más tarde en presidente honorario. El gran Rod Stewart es un
fánatico del Celtic de Escocia, al grado de que en 1989 lanzó pelotas en el
estadio nacional de Chile, acompañó incluso a la selección escocesa en el
mundial de Argentina 78. Y un tanto más intenso resulta el caso de Noel y Liam
Gallagher, fundadores de Oasis, quienes adoran al Manchester City de Inglaterra,
aunque se odien como hermanos.
Qué
decir de Adrian Smith y Steve Harris, guitarrista y bajista de Iron Maiden,
respectivamente, que son admiradores del West Ham: en la portada de uno de sus
discos aparece el histórico resultado del club londinense West Ham 7- Arsenal
3.
Richard
Ascroft, ex vocalista de The Verve, jugó en las categorías inferiores del club
Wigan.
Uno
de los temas insignes del balompié de los últimos 10 años es, sin duda alguna,
“Club Foot” de la banda inglesa Kasabian; vale recordar, además, que en el último
campeonato de futbol en Brasil, el dj británico Fatboy Slim dedicó un disco
completo con temas remezclados de sus hits bailables y algunos clásicos
cariocas, aunado a que acompañó a su selección en la competencia futbolística.
De
igual manera, el legendario guitarrista de Queen, Bryan May, es un futbolero de
corazón, pues en 1981 tocó en Buenos Aires, Argentina, mientras el mismísimo
Diego Armando Maradona daba algunos toques al balón.
Y ya
que hablamos del “pelusa”, su canción más popular se llama “La Mano de Dios”,
interpretada por Rodrigo Bueno; mientras que el cantautor argentino Andrés
Calamaro le compuso el tema “El Regreso”. Calamaro también homenajeó al estadio
mexicano que albergó dos mundiales, a través del tema “Estadio Azteca”.
Y
como Andrés Calamaro, muchísimos músicos
pamperos, quizá la mayoría, le profesan una devoción al futbol casi espiritual,
como Los Fabulosos Cadillacs y el titulo de su disco “La Marcha del Golazo
Solitario”, temas como “El Baile de la Gambeta” de Bersuit Vergarabat o “El
Rock de la Boca” de la banda Ratones Paranoicos.
En
España Manú Chao, ex vocalista de Mano Negra, es fanático del equipo La Coruña,
además de componerle varios temas a su ídolo Maradona.

Vale
la pena mencionar, de manera un tanto reciente, el fiasco que cometió la banda
de covers que lidera un hijo de Lupita D’Alessio -creo que se llama Matute-, al
piratearse casi de manera descarada el himno del club español Sevilla para
crear el respectivo himno del centenario del América.
Ya
sea el rock o el futbol, ambos despiertan los sentimientos más arraigados de
los fanáticos, por algo están emparentados, por algo comparten afición.
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PALOMAZO
Por
aquí les dejo un de los temas homenaje a Diego Armando Maradona, un ser amado y
odiado; unos dicen que fue mejor que Pelé, otros opinan lo contrario. Esto es
del maestro Manú Chao.
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