LA LIBÉLULA
Por Divandino
El pasado 5 de abril se
cumplieron 23 años de que una mañana Kurt Cobain se diera un escopetazo certero
en la cabeza, con lo que no solo terminaría una vida llena de soledad, fama,
talento y drogadicción, sino todo un movimiento contracultural que identificó a
una generación, la llamada “Generación X”; terminó con esa etiqueta mediática
llamada “grunge”.
Como una especie de maldición o
una suerte cabalística de morir a los 27 años pesó en muchas estrellas del
rock, como los icónicos Janis Joplin, Jimi Hendrix, Jim Morrison o Ian Curtis,
así como Amy Winehouse y Kurt Cobain, entre muchos otros quizá menos famosos.
27 inviernos vivió Cobain porque
su vida fue eso, inviernos crudos para su conciencia y su personalidad: un tipo
brillante, si, pero con problemas
existenciales que amainaba con el uso y abuso de la heroína.
La música suele ser una válvula
de escape para canalizar el talento y la energía, sobre todo en la
adolescencia. Géneros como el punk o el hip-hop, en su momento, fueron
expresiones del cambio en las mentes de
las nuevas generaciones, que posteriormente reflejaban cambios radicales en las
sociedades contemporáneas.
Kurt Cobain nació en un pueblito
norteamericano (Aberdeen, Washington) sin muchas oportunidades laborales ni
escolares, víctima en algún momento de la violencia intrafamiliar, encuentra en
la música un escape y gracias a una tía graba sus primeras pistas.
Vale recordar que existen varios documentales
–les recomiendo Kurt & Courtney en Netflix- donde hacen mención
constantemente de una grabación del pequeño Kurt cantando en una reunión
familiar; o aquella etapa difícil en la que abandona la secundaria por falta de
motivación, pero que se ve obligado a regresar a ella para trabajar como
intendente.
Desde mediados de los 80’s, este
genio que tenía facilidad para escribir y memorizar poemas de manera asombrosa,
se une al bajista Krist Novoselic y al baterista Chad Channing, quien sería
sustituido más adelante por Dave Grohl, para formar la mítica y efímera banda
Nirvana; catapultando su éxito desde la ciudad de Seattle, donde también se
gestaba el movimiento Grunge junto con
bandas como Pearl Jam, Stone Temple Pilots o Alice In Chains, por mencionar
algunas.
Su relación enfermiza y tóxica
con su hoy viuda, Courtney Love (líder a la postre de la banda Hole), fue un
factor determinante en su trotante inestabilidad. Lejos de encontrar en
Courtney un apoyo emocional y profesional, agudizó su adicción a las drogas y
al alcohol.

Hay muchas verdades a medias –y
otras no tanto- sobre la muerte de Kurt Cobain. Lo cierto es que su
inestabilidad emocional y su personalidad, en sí, estaba influenciada por la
tendencia suicida de tipo familiar: dos de sus tíos acabaron con sus vidas de
un disparo en la cabeza.
La teoría más escalofriante sobre
el deceso del rockero se le atribuye a su propia esposa Courtney, quien con el
afán de cobrar notoriedad social y económica, contrató por 50 mil dólares al
líder de otra banda de mediana talla para matar a su esposo.
Dicha versión se afianza, luego
de que se encontrara el arma sin las huellas de Cobain y la filtración de una
grabación de Courtney donde supone que con la muerte de su entonces marido las
regalías de su m úsica subirían como la espuma. Aunado a
ello, la firma de carta la póstuma descubierta en la escena del crimen no
coincidía con su caligrafía.
Kurt Cobain vivió la fama de
manera intensa y de una manera vertiginosa, quizá no supo manejar dicha
condición de la mejor manera, dada su retraída personalidad y sus traumas que
tampoco nunca supo o pudo superar.
Lo que nos queda de aquel capítulo
de 1994 es un legado de música y letras irreverentes, que retratan la complejidad
de una juventud sin un futuro promisorio y con pocas esperanzas, lo que
reflejaba, pues, aquella generación del "grunge".
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